Wednesday, March 5, 2014

Gol. Capítulo 29


Capítulo 29


Mariana ya lo había hablado con Ceci, Lou estaba cada día más emocionada y ansiosa, era obvio que se había convencido rápidamente de que Lukas era a quien de verdad quería, el mismo día que habló con su amiga le llamó a Gonzalo, teniendo cuidado de que fuera después de su partido, y le había dicho lo que estaba pasando. Él pareció entender y no mostro signos de enojo, sino que pareció no importarle. Ceci había resultado, todo lo contrario. Cristiano había tenido que calmarla cuando Mari les dijo a ambos en Skype. La arquitecta por poco tiraba la mesa donde estaba la computadora y Cristiano aunque se mostró sorprendido no perdió los estribos.

Sin duda, Mariana estaba preocupada con el extraño silencio de Gonzalo. Él también se había dado por vencido. Kaká ya no le daba ánimos a su mujer para que ayudara a sus amigos a re-encontrarse y Lou estaba más que ocupada. Buscaba un lugar bonito donde llevar a cabo la ceremonia, pero los lugares que veía no le agradaban o no estaban disponibles para la fecha que ella y Lukas querían, sin la ayuda de Mariana, la cosa se le complicaba, pero estaba consciente de que no podía pedirle ayuda en ese momento, cuando la barriga estaba tan grande cómo jamás se habría imaginado.
En su lugar, Lukas parecía más inclinado a buscar un lugar en Alemania para la boda. A Lou no le agradaba, hubiera preferido casarse en México o en España, ambos eran algo así como su hogar, pero él nunca había siquiera mencionado aquellas opciones, en su lugar, siempre hablaba de lo bello que resultaban los sitios que él conocía en su hogar.

Mariana hablaba con su amiga y parecía no creerlo: su amiga estaba en verdad entusiasmada, así la planeación de la boda pronto se dejó en manos de una profesional. Aunque en eso, no había tanto apuro, la fecha estaba puesta para el año siguiente.

-Mari, tienes que acompañarme a ver los vestidos, tal vez la semana siguiente podré ir a Italia. – le anunció.

La chef, cada día pasaba menos tiempo en la cocina y más en la habitación que pronto estaría ocupada por un par de bebés pequeños y llorones. Si tenían los pulmones de su madre, seguro que también serían gritones, pero aquello no sería problema para Kaká, que tenía el sueño pesado.
Lou no tardaría en estar en casa de Mariana y ella solo esperaba. Ese día justamente tenía cita para otro ultrasonido. A su amiga le tocaría ver a los bebés en vivo y en directo antes de que nacieran, cosa que Ceci y Cristi, envidiarían mucho.

Mientras esperaba, Mari se cambió, quitándose los pantaloncillos de yoga que usaba para sus sesiones con la entrenadora personal que su esposo le había contratado, se puso un pantalón blanco y una blusa roja que le marcaba la barriga. Ya en ese momento, poca gente se acercaba a ella en la calle para tocar su barriga; pues llevaba en casi todo momento la expresión de fastidio grabada en el rostro, expresión que sólo Kaká podía quitarle al llegar de sus entrenamientos.
El timbre sonó y la mujer que le ayudaba a Mari a hacer la limpieza y cocinar abrió la puerta, pronto Lou estuvo frente a si amiga y ambas se abrazaron a pesar de que una de ellas estaba embarazada y sentada en el sofá de su casa.

Primero se pusieron al corriente en lo que había hecho desde la última vez que habían hablado, lo cual había pasado, posiblemente la semana anterior, cuando Lou le cambió la dieta a su amiga por décima vez.

-Ya me aburrí de los sándwiches de atún. – le había recriminado Mari. – Tu comételos si quieres, pero a mi dame otra cosa.

Conversando por casi dos horas, Mari casi pierde su cita con el médico.

Cuando por fin llegaron al consultorio, el doctor se desocupó y las dos mujeres entraron en el consultorio. Mari ya conocía la rutina de su cita con el médico; primero se sentaron a hablar acerca de cómo había pasado Mariana los últimos días y luego el doctor la pesaba en la báscula de pesas. Lou miraba y escuchaba con atención, al parecer los bebés de su amiga nacerían antes de lo planeado, o eso creía el doctor después de pesarla.
Seguidamente, Mari se acostó en la silla inclinada al lado del aparato de ultrasonido. El médico le puso la crema fría en el vientre y pasó el aparato de plástico por la piel de la mujer, pronto encontraron el latido de ambos corazones y después la imagen en 3D de los niños completamente formados apareció en la pantalla.

Lou miro con atención la pantalla, no podía creerse que su amiga tuviera en el vientre a aquel par de niños tan pequeños.

-¿Son tuyos? ¿Segura? – bromeo sin dejar de mirar la pantalla mientras el doctor imprimía imágenes de los niños.

-Sí, Kaká ayudó. – respondió Mari. – Valla que ayudó… - agregó entre dientes.

Al salir del médico, las amigas fueron a casa de Mari, era obvio que la chef no podía más con sus zapatos, aunque éstos fueran de un tacón muy pequeño. Lou le ayudó a ponerse en su lugar, unos tenis vans que le sentaban mucho mejor. Kaká estaba de momento en casa de uno de sus amigos mirando un partido de la champions league con unos amigos del equipo.

-¿Quieres manejar? Yo no puedo ni coger el volante correctamente con estos niños en el vientre.

-¿Han salido de buen pie? – le preguntó Lou a Mariana mientras ponía el auto en marcha.

-Uf, creo que ambos van para delanteros o tal vez de porteros, de repente me patean muy fuerte.

Con Mariana dándole las instrucciones de hacia dónde ir, Lou manejó hasta la tienda de Franc Sarabia. Con Mari preguntándole todo el camino por qué no había ido a España, pero ella simplemente le respondió que era más probable encontrar vestidos en Italia, además que tenía en mente visitar más de una tienda. Cosa que se le complicaría en Madrid.

-Bueno, por acá tampoco está muy despejada la calle.

Lou estacionó el auto sin darle siquiera una ojeada a su amiga, ya sabía por el tono de su voz la expresión que tendría en el rostro al mirarla.

Tras probarse cinco vestidos, Mariana estaba un poco molesta, su amiga le ponía todo tipo de peros ridículos a los vestidos. Y simplemente le faltaba decir que no creía en la blancura de los mismos para que Mari saliera de la tienda gritando improperios.

-Tiene mucho volumen – dijo sobre el primero.

-Es muy sencillo. – criticó el segundo.

-Demasiada pedrería ¿no crees? – le comentó a su amiga cuando salió del probador con el tercer vestido.

-Me aplasta el busto. – se quejó del cuarto.

-Siento que la cola es muy corta. – puntualizó acerca del último. Mari la cogió por los hombros y la obligó a mirar de vuelta el espejo que tenía frente a sí.

-Es perfecto, no lo quieres ver porque tienes miedo de que la boda se convierta en algo real. – le dijo a Lou sin más demora. – ¡tan solo mírate! ¡Estas guapísima!

Lou miraba a su amiga completamente atónita, ella la instó a mirarse en el espejo. Con el cabello castaño oscuro suelto detrás de sus hombros, vio el vestido de manga larga que llevaba puesto; tenía piedritas bordadas y la tela era tan blanca que con la luz de la tienda dolían los ojos al mirarlo demasiado tiempo, estaba ajustado hasta la altura de la rodilla, a partir de allí se abría y caía amplió sobre sus pies con la cola larga detrás de ella. En la espalda tenía una tela fina con encaje que se transparentaba elegantemente dejando ver su piel bronceada, al igual que las mangas largas transparentaban con gracia la piel de sus brazos y hombros.

-Yo te puedo ver en el altar con éste vestido. – le dijo Mari a su amiga mientras la vendedora a su lado asentía con una sonrisa en el rostro.




-¡Te digo que dejó el vestido! – le decía Mariana a Ceci por teléfono semanas más tarde. – según ella, le gustó más el vestido de Rosa Clara a un solo hombro. Este bonito, pero el Franc Sarabia esta hermoso.

-Bueno, pero recuerda que se casa en primavera. La manga larga no le va a sentar muy bien con el calor.

Mari y Ceci continuaron hablando sobre otras cosas, Ceci le comentó de las recientes cenas que había compartido con su familia y su novio. Los papás de Ceci aún no habían conocido a Cris, el niño, pero le que a Ceci le seguía preocupando era la confianza con la que su padre le hablaba a Cristiano.

-Son hombres, entre ellos se entienden. – le dijo Mariana a su amiga para calmarla.

Después de unos minutos más al teléfono Mariana escuchó el auto de su marido afuera y tuvo que colgar. Su amiga desde el otro lado de la línea la dejó y continuo pensando en lo que haría para el edificio de aquella empresa de bienes raíces que su jefe le había encargado para ese viernes.




Cuando Lukas y Lou hablaban acerca de la fecha exacta de la boda, Lukas estaba conduciendo, la castaña lo miraba como si no comprendiera por qué él quería adelantar la boda.

-Me parece que el nueve de Mayo era perfecto.

-Pero es más de un año, ¿no preferirías el 21 de Junio? – Lukas le dijo.

-¿En Alemania? – Lou lo miró con seriedad escrita en el rostro.

El semáforo marcó la luz roja y Poldi detuvo el auto, mirando momentáneamente a su novia, la chica lo miraba con los ojos brillantes de enojo.

-Ella, no te voy a obligar a vivir en mi país. Solo es la boda, además, pensé que te gustaba allá.

-Sí, pero mi vida no está allá. – la castaña se mordió la lengua para no molestarse por haber sido llamada “Ella” con ese tono de voz que Lukas usaba cuando no quería enojarse.

-Cuando nos casemos – arrancó el auto de nuevo, - lo va a estar. – dijo tranquilamente.

-Con más razón tienes que concederme esto. – La castaña suspiró.

-Si lo que te preocupa es la organización, mi madre puede ayudarte, ella misma me ha dicho sobre la fecha en la iglesia. Seguro que también conoce un bonito jardín donde hacer la fiesta.

-¿También ella nos va a organizar la luna de miel? – dijo la nutrióloga de malas, volteando hacia la ventana. Lukas comprendió que estaba entrando en terreno peligroso. Lou nunca había hablado con su suegra en persona y seguramente no esperaba aquello.

-Ella, no te pongas pesada.

-Luke, no me digas Ella. – le respondió.

Lukas entendió que la chica estaba molesta así que estacionó el auto en silencio y se bajó rápidamente para abrirle la puerta y tenderle la mano, ayudándola a bajar. Cuando ella se bajó comenzó a caminar sin esperar al alemán, en su lugar se puso los lentes oscuros, continúo caminando con su usual movimiento de cadera y dejó que el bolso le colgara del codo mientras enviaba un mensaje de texto a Ceci.

En la tienda, al jugador le tomaron fotos un par de fans mientras Lou examinaba los edredones y las almohadas, Lukas continuaba mirando las camisetas y cachuchas mientras alguno que otro mirón le hacía una foto.

La castaña intentó tranquilizarse pero parecía imposible, no quería hacer que su familia hiciera el viaje a Alemania, le encantaba el lugar y en alguna ocasión había visto a Lukas jugar allí con su equipo nacional pero si había algún país donde desearía casarse ese era España, donde había consolidado su carrera y había aprendido a vivir sola –vivir con su hermano había sido casi como vivir sola-, era allí donde Lou había conocido a la mayoría de sus amigos y entonces un hombre se la llevaba a otro país a casarse, de pronto se preguntó si también él sería capaz de decidir dejar Inglaterra y volver a Alemania sin siquiera tomar su opinión en cuenta. Por lo que había dejado entrever, la decisión acerca del lugar dónde se casarían ya estaba tomada y ella no había tenido voz ni voto, ¿sería así siempre?

-¿Sigues molesta? – le preguntó una voz en el oído, conocía perfectamente la voz de Lukas, así que intento guardar la compostura y se quitó los lentes, poniéndolos en lo alto de su cabeza, se dio la vuelta y puso las manos sobre el pecho del hombre con una expresión que dejaba entrever duda y pena.

-¿La próxima vez me vas a preguntar antes de decidir? – le preguntó en voz baja. Lukas se lo pensó un momento, intentaba comprender a qué se refería, pero pronto entendió y le dijo que sí con una mirada de disculpa. – Entonces no. – Lukas la besó, pero la chica no pudo evitar estar un poco fría.

Nunca había sido el tipo de chica que cedía ante un hombre o ante cualquiera en general, siempre era ella la que llevaba las riendas del caballo. Ir con la corriente le hacía sentirse inútil e ignorada. Gonzalo, a pesar de ser necio como ella, nunca la había tomado por sentado, de haber estado juntos cuando tuvo que decidir si irse del Real Madrid o no, la hubiera tomado en cuenta antes de hacer cualquier cosa.

Aunque Lou lo hubiera apoyado y le hubiera dejado escoger libremente, aún si eso le hubiera costado dejar su casa y su propuesta en el Chelsea. Por segunda vez desde que Lukas le había puesto aquel pesado anillo de compromiso en el dedo anular, Lou pensaba en Gonzalo.

“¿Lo sabrá? ¿Qué pensará?” Se decía Lou mientras caminaba con Lukas por la tienda, mirando los cd’s y los juegos de videos.
Lou cogió el más reciente título de “the walking dead” para Xbox y lo miró con interés. Gonzalo y ella amaban esa serie y habían comprado las temporadas en DVD tan pronto como salieron a la venta.
Lukas vio lo que la chica tenía en las manos y luego continuó mirando los juegos de “need for speed”.



Mientras Lou miraba la televisión con Pongo sentado a sus pies cerca del sofá, Lukas estaba al teléfono con uno de sus amigos, el partido siguiente sería su partido de vuelta al equipo después de una lesión en la pierna. La castaña había pasado la mañana con la organizadora de bodas mirando fotografías de los lugares donde podría llevarse a cabo la boda en Múnich.

Pronto Lukas se sentó a su lado en la sala de estar con la portátil en sus manos. La castaña lo miró y observó por el rabillo del ojo mientras él revisaba los sitios que ella ya había revisado con anterioridad. Había cuatro sitios posibles, dos de ellos eran salones cerrados y los otros dos eran jardines abiertos, aunque uno de ellos atrajo la atención de la nutrióloga, pues cerca había un pequeño lago artificial con agua clara y lleno de peces de distintos colores que contrastaban con el pasto brillante y bien cuidado del lugar, o al menos así lucía en las fotos.

-Creo que el salón se verá bien. – dijo, finalmente, deteniéndose en la imagen del salón con iluminación tenue y mesas redondas acomodadas por todo el lugar con sillas cubiertas por cojines de color crema y manteles azules.

Lou no tardó en lanzarle una mirada de reprobación que él reconoció al instante.

-Prefiero el jardín. – le señaló ella, buscando la imagen en la computadora. – Según sé,  se pone un piso de madera y carpas árabes de color blanco y se puede estar muy en paz.

Lukas asintió, sabía que le tocaba ceder, después de todo, se había salido con la suya en cuanto a la fecha y lugar.

-Mi madre cree que podrían ver ese asunto cuando vallamos a Alemania, ¿me vas a acompañar durante las fechas internacionales, verdad?

-¿Juegas en Alemania y Portugal, verdad? – él asintió, cogiendo la mano de su prometida. – Supongo que sí.


Los viajes fueron terribles para Lou, mientras Lukas se la pasaba con el equipo, la chica tuvo que intentar recordar bien cómo hablar alemán, que le costaba más trabajo que los otros idiomas que había aprendido. La madre de su prometido era una mujer muy amable, era bajita y delgada y siempre que la veía le sonreía. Al menos parecía encantadora. Parecía.

Unos minutos después de entrar en la tienda de flores, Lou fue callada por la mujer de cabello rubio que sería su suegra, se puso al mando y escogió las flores para su ramo sin dedicarle a la castaña más que una sonrisa y una mirada alegre. Los centros de mesa serían unos floreros de vidrio pequeños pero de corte delgado que llevarían flores color blanco y lila con piedritas de distintas tonalidades entre el blanco, el gris y el negro. En cuanto a los manteles, las mesas redondas estarían cubiertas por dos manteles cada una; uno sería blanco y superpuesto estaría un mantel de color lila al igual que las flores. Las invitaciones no las escogió la madre de Lukas simplemente porque eso no se haría en Alemania.

Durante el partido, Lukas había jugado poco más de la primera mitad y no había anotado ningún gol aunque asistió a Klose, quien anotó el primer gol del partido; la madre del jugador difícilmente decía algo que atinara a hacer reír de verdad a la castaña, quien reía falsamente para no provocar resentimiento en la mujer.
Después del silbatazo final, el marcador quedó Alemania 1 – Brasil 1.

Para cuando la chica se tumbó en la cama, los oídos le zumbaban y creía escuchar la voz de su suegra en donde solo se oía el sonido de la lluvia afuera. Lukas le había insistido en que se quedara en su casa, pero la castaña se negó y en su lugar reservó una habitación en un hotel donde la mayoría de los hospedados parecían estar allí por el mes entero cuando ella sólo se quedaría una semana.

La visita a Portugal fue aún más miserable, Lukas se pasaba todo el día con sus compañeros. De no haber sido porque pocas veces al año se veían a la chica le hubiera molestado, pero entonces se preguntaba por qué razón le había pedido que fuera con él siendo que pasaban tan poco tiempo juntos.
Mientras que la noche antes de su partido salieron a cenar y caminar por la calle, las otras dos noches, la chica estuvo recluida en su habitación de hotel mirando películas y hablando por teléfono con Ceci o Mariana. El día del partido de Alemania-Portugal en la mañana miró el partido de España-Honduras. Había sido una cosa muy curiosa ver a sus amigos de cerca gracias a una pantalla de televisión cuando ellos estaban tan lejos.




Los hombres corrían con sus uniformes azul oscuro, los tenis de colores vivos sobresaliendo en la pequeña multitud. El entrenador miraba desde el mediocampo a sus hombres calentando. Algunos charlaban, otros corrían en grupos y otros se limitaban a escuchar al resto.
Él escuchaba, con paciencia, había tenido clases de italiano el día anterior y aún mientras corría intentaba recordar alguna cosa útil, pero el maestro parecía ir demasiado lento: probablemente se terminaría la temporada antes de que Gonzalo pudiera pronunciar una oración entera sin cometer errores.

Albiol corría a su lado sin decir palabra, hacía algo así como un mes que su compañero hablaba poco y si Albiol había escuchado los rumores correctamente, era por motivos del corazón.

Después de entrenar Gonzalo se iba usualmente a su casa, después de darse una última mirada en el espejo y pasarse la mano por la barba crecida, se fue. Puso la maleta en el asiento del copiloto y salió en camino a su casa. En unos minutos estaba estacionando el Ferrari frente a su entrada, bajando sus cosas y abriendo la puerta. Andrea, la mujer que le había ayudado en España no había podido seguirlo, por más que él hubiera deseado conservar a la empleada de confianza, después del lío que armó en Madrid la mujer decidió quedarse en su hogar y dejar que él se las arreglara. La actual mujer que se encargaba de la gran casa de Gonzalo era muy callada y pocas veces miraba a su jefe a la cara. Siempre llevaba el cabello en una coleta relamida y el rostro limpio cubierto por unas gafas de marco negro que la hacían lucir más adulta de lo que en verdad era.

Gonzalo se tumbó en el sofá, cogió su teléfono celular y no tardó mucho en toparse con la imagen de su amiga en la pantalla.

Mari aparecía sonriente en una foto que ella misma había twitteado unos minutos antes con Kaká, su madre y Lou. Por lo que se veía estaban en el hospital, Mariana lucía una bata de hospital y estaba en una silla de ruedas con cables conectados a los brazos. Gonzalo regresó al tweet y leyó con atención “¡Los gemelos ya vienen, gracias a Dios mi familia me acompaña!”.

Mariana había sido una buena amiga, intentó ayudarle a volver con su antigua novia y además lo había ayudado a hacer la transición de España a Italia al mismo tiempo que ella misma la hacía junto con Kaká, aunque él se notaba mucho más cómodo con el cambio. De no haber sido por el anillo que ahora Lou llevaba en el dedo anular, Mariana y Ceci ya se habrían ideado algo para que se volvieran a ver.

Sin poder evitar sonreír envió una respuesta a sus amigos, mencionando a Mariana y a Kaká, twitteando también una fotografía donde aparecía sonriendo y mostrando el pulgar hacia arriba. “¡Se los espera con ansias, Suerte!” Unos minutos más tarde Kaká ya lo había puesto en favoritos y retwitteado, más no se pasó por twitter durante el resto del día.




-Mari, ya te dieron la epidural. No te pueden dar más drogas. – le dijo Lou a su amiga mientras le pasaba un trapo húmedo por el rostro.

-¡No me importa! – Se quejó - ¡Me duele! – sollozó.

El médico entró de nuevo en la habitación, según lo que la enfermera les había contado, era seguro que el parto fuera rápido debido a los ejercicios que Mariana había hecho durante el embarazo, el buen peso y la posición en que estaban los niños: ambos de cabeza.

Ya habían estado en el hospital por cuatro horas, las contracciones que Mariana sentía eran cada vez más seguidas y Kaká al verla quejarse se sentía cada vez un poco más culpable y nervioso, el hecho de que la futura madre no dejara de lanzarle miradas asesinas no ayudaba en nada, pero para su suerte, su madre estaba allí para darle un poco de paz mental a su hija y ayudarle a cuidar a sus bebés una vez que nacieran. No se quedaría más de un mes, pero ambos, Mariana y Kaká estaban seguros de que en un mes podían aprender lo más importante acerca del cuidado de sus hijos.

-Tú te vas a volver defensa, no quiero que vuelvas a meter goles. NUNCA. – le dijo Mariana a su esposo en medio de una contracción que le obligó a cerrar los ojos y apretar los dientes con fuerza.


Las enfermeras, acostumbradas a escuchar a una que otra mujer reprochar a sus maridos se miraron divertidas. Pronto la castaña tuvo que comenzar a pujar. Lou se había quedado afuera de la habitación, esperando con paciencia al lado de algunos amigos de la pareja. Mientras esperaba escuchaba con atención, en cualquier momento esperaba que resonara el llanto de algún bebé, pero no fue así.

Pasaban las horas y nada ocurría, con el reloj marcando las 7:36 de la tarde, llevando dos horas pujando, por fin, en el pasillo se escuchó el sonido fuerte y claro del llanto de un bebé. Un bebé con muy buenos pulmones. Después de que un par de minutos más, se volvió a escuchar el estridente lloriqueo de otro bebé. Todos afuera se miraron con los rostros iluminados.

Kaká salió con la sonrisa más amplía en el rostro y anunció que ya era papá de dos niños completamente saludables y que la mamá estaba ahora descansando. Su madre se acercó y lo abrazó, felicitándolo y besándolo en ambas mejillas. Su hemano y su padre le dieron un abrazo y un par de palmadas en la espalda. Los únicos que entraron en la habitación donde Mari había sido llevada para descansar, fueron Kaká, su madre y la nutrióloga.

Las madres de Kaká y Mariana le hicieron un par de preguntas a Mariana para saber si necesitaba algo y ella al avisarles que sólo quería descansar; las mujeres se alejaron y salieron de camino a la cafetería para tomar algo y conversar un rato. Lou miró a Mari y la felicitó al igual que había hecho con anterioridad a Kaká. Le dio un apretón a la mano de su amiga y decidió salir también para dejar que descansara.

-Gracias. – dijo Mari con los ojos medio cerrados, pesados por el cansancio. – Me alegro que estés aquí, Dios sabe que amo a mi mamá, pero a veces… necesito un descanso de ella.

-No te preocupes, - Lou volteó a mirar también a Kaká – tenemos dos semanas para averiguar cómo cambiar pañales.

Los tres rieron un poco y la amiga de Mari salió de la habitación, dejando que la pareja se quedara a solas.

Kaká se sentó en la orilla de la cama de su esposa y le cogió la mano antes de besarla y ponerla de vuelta sobre las sabanas limpias del hospital.

-Eres la mejor. – le dijo sonriente.

-Lo sé. – Mariana ni siquiera se molestó en fingir modestia, a partir de ese momento y por siempre se merecía cada cumplido que su marido le diera. – Ven - la mujer se movió con cuidado en la cama, haciendo un espacio para que su marido se acostara a su lado, - sabes que sin ti no puedo dormir bien. – le recordó.


Los jugadores miraban a través del vidrio, en los cuneros había cinco niñas y tres niños. Los bebés de Mariana y Kaká estaban en brazos de un par de enfermeras que los arrullaban. Pronto los jugadores con experiencia en el ámbito de ser padres pidieron a una de las enfermeras que les mostraran a los bebés Izecson, los dos niños estaban aún hinchados pero entre los cachetes regordetes se les notaba una nariz pequeña y las pestañas largas de su madre.


Esa misma noche, Kaká anunció al mundo por medio de su cuenta de twitter el nacimiento de sus gemelos Ricardo y Luca.




Lou se acomodó la bufanda sobre el hombro y fue de camino al lobby del hotel. Tenía colgando por el codo el bolso y en su mano llevaba una maleta con algunas cosas para su amiga que saldría ese mismo día del hospital, tan solo dos días después de haber dado a luz a sus gemelos.
Si durante la noche, las cosas habían ido bien, también se llevarían a los bebés consigo ese mismo día.

Afuera del hospital las cámaras esperaban ansiosas la salida de Mariana y Kaká, la castaña caminó con paso seguro entre la gente y entró en el edificio mostrando una identificación a los hombres de seguridad. Minutos más tarde, Lou ayudaba a su amiga a ponerse el vestido de manga larga color salmón, unas calcetas a la rodilla de color piel y unas botas color café. Mientras Mari cogía con cuidado al pequeño y delicado Luca, Lou le arregló a su amiga el cabello en una media cola y después cuando Kaká dejó al pequeño Richy en brazos de su abuela para coger a Luca, la nutrióloga le puso un poco de maquillaje a su amiga, para cubrir los tenues círculos oscuros que se habían formado debajo de sus ojos. El mundo no necesitaba saber que aquellos dos bebés tan hermosos le habían costado siete horas de esfuerzo y dolor. La imaginación les bastaba.

La madre de Mariana se apareció pronto con dos portabebés cubiertos por cobijas para los niños que permanecían dormidos en brazos de su abuela y papá.

Mari cogió a Ricardo con cuidado y les pidió a su amiga y a su madre que mejor pusieran los portabebés en la camioneta. Una vez que firmaron el alta, dieron frente a las cámaras, mostrando al par de bebés saludables e idénticos. Kaká no podía dejar de sonreír y Mariana simplemente deseaba encontrar pronto un sitio donde sentarse. Pronto volvieron a entrar al hospital y salieron por la salida trasera donde las cámaras ya no los seguían.

-¿No deberíamos preguntárselo ahora, cariño? – dijo Mariana a su esposo desde el asiento de atrás donde cuidaba que los dos bebés permanecieran en su sitio. Lou los miró a ambos desde la tercera fila de asientos, donde compartía espacio con la madre de Mariana.

-¿Decirme qué, perdón?

-Bueno… Sí, tal vez sea buen momento. – respondió Kaká.

-Bien, ya díganle. – agregó la suegra de Mari.

-Queremos saber si te gustaría ser madrina de Luca. – dijo Mariana. – Sé que te gustan los niños y pensé que tal vez…

-Me encantaría. – dijo la chica con alegría. – Por supuesto que seré su madrina.

-Uff, ahora dile quién será el padrino. – dijo Kaká con una mirada de disculpa por el espejo retrovisor. – o deja que lo vea…

La camioneta se detuvo frente a la entrada de la casa de Mariana, donde estaba estacionado un Ferrari blanco. Lou no comprendió hasta que todos bajaron de la camioneta y entraron a la casa. Marian, con ayuda de su marido y su madre, fue a recostarse en su habitación; mientras tanto la abuela paterna se quedó en la de estar conversando con alguien, ambos niños a su cuidado en los portabebés.

La castaña entró en la casa de sus amigos y caminó hasta la sala, allí se encontró con Higuaín. Tan reluciente como siempre, solo tenía la barba más crecida.

Lou miró a Gonzalo charlando con la madre de Kaká, uno de los niños dormía cubierto por una cobija de color verde-azul mientras que su hermano estaba en los brazos de su abuela con los ojos cerrados y envuelto en su cobija de color naranja y blanco. La castaña no podía reconocer a los niños, ambos eran idénticos, aquello ya pronosticaba el desastre durante la adolescencia cuando de seguro habrían desarrollado algún gusto por cambiarse de ropa y hacerle creer a Marian-con su humor tan presto para bromas- que eran el otro.
Higuaín veía con ojos atentos y las cejas alzadas al pequeño bebé que se le presentaba. Desde los brazos de su abuela, quién según había escuchado Lou de oídos de la señora era Luca abrió los ojos con lentitud, revolviéndose un poco y lanzando una primera mirada a su hogar. La castaña se acercó haciendo tan poco ruido como fuera posible, Richy permanecía dormido y no quería conversar con el jugador, aunque este la miró.

El pequeño Luca extendió sus manitas hacia Gonzalo, él sabía por su madre que a los niños jamás se les puede coger las manitas, así que se limitó a sonreír al pequeño a quien ya se le veían los ojos iguales a los de su padre.

-Vamos, cógelo. – le dijo la mujer con un fuerte acento, aunque en voz suave, consciente de que a los bebés les molestaría si hacía demasiado ruido. – Después de todo, es tu ahijado.

Lou miró al hombre que asintió, obviamente ya sabía de aquello, pero ella se estaba enterando. La madre de Kaká le lanzó una mirada a la castaña, como diciéndole con los ojos que animara al hombre a coger al niño en sus brazos.

-Anda, mira, si te sientas tal vez lo sientas más seguro. Ven. – Lou cogió a Higuaín por el hombro, y aun siendo más alto que ella se dejó sentar en el sofá. La abuela los miró a ambos, la castaña estaba de pie indicándole al jugador cómo poner los brazos para detener la cabeza del que era su ahijado. – Y así. – Le acomodó con cuidado el brazo izquierdo para que no dejara al bebé demasiado alejado de su cuerpo.

Con cuidado Higuaín cogió en sus brazos a Luca y se sorprendió al encontrarlo tan ligero. Sonriendo le acomodó la cobijita debajo de la barbilla, con lo que el bebé pareció contento. La abuela le indicó a Lou que les tomara una foto, sin quedarle más que hacer, Lou lo hizo y se encontró ante una imagen simplemente tierna. Había algo en la manera en que Higuaín cargaba al bebé que era distinto de la manera en que Kaká lo hacía, era claro que uno era el padre y el otro sólo un amigo, pero Kaká aunque parecía sorprendido no se notaba curioso como el argentino.
Mientras le sonreía al bebé, admiraba la cara pequeña del pequeñísimo ser humano que cargaba en sus brazos, estaba consciente de que aquel niño le cabía en un brazo, pero se veía tan frágil que le parecía imposible tenerlo en sus brazos y que no se convirtiera en polvo. Lou tomó un par de fotos y entonces él se dio cuenta y sonrió para otro par antes de que Richy comenzara a llorar, Luca no parecía complacido, pero no lloró junto a su hermano, en su lugar se revolvió, hizo una mueca arrugando su pequeña nariz y le tocó la cara a Gonzalo como pidiéndole que callara el ruido.
La madre de Kaká corrió hasta su nieto y lo sacó del portabebés, lo miró un momento y luego se lo tendió a la castaña.

-Necesito preparar leche, esta hambriento. – le dijo, acercando el dedo índice a la comisura de la pequeña boca del niño, que comenzó a buscar chupar el dedo de su abuela. – No tardó, arrúllalo un poco, Mariana esta exhausta y Kaká debe estar convenciéndola de quedarse en cama.

Lou tenía en sus brazos al idéntico hermano de Luca, Higuaín la miró sonriendo y de cierto modo, parecía reírse de ella, pero no le dijo nada. Acomodando al niño en sus brazos para recargarlo contra su pecho, la chica comenzó a caminar por la sala frene a su ex, daba pequeñas vueltas y sacudía con cuidado al niño mientras él lloraba cada vez menos, aunque con el rostro colorado y las mejillas húmedas. Lou le acarició la cabeza sin pelo al bebé y continuó yendo y viniendo por la sala.

-Te ves… experimentada. – le dijo Higuaín en voz baja, temiendo que Luca se despertara en sus brazos.

-No tengo idea de lo que hago. Tú te ves… - miró ceñuda al hombre con el bebé en sus brazos, luciendo relajado mientras el pequeño continuaba pasando sus manitas por la línea de su quijada, seguramente intrigado ante la sensación de la barba moderadamente crecida de su padrino. – cómodo.

-Lo estoy. – le respondió. – aunque yo tampoco sé que estoy haciendo, che es que son pequeñísimos ¿cómo sabe esa mujer lo que quiere? Apenas le ha echado un ojo… - volteó hacia abajo para mirar al bebé que continuó restregando sus manitas en la barba de Gonzalo, quién tuvo que esconder los labios mientras el bebé le cogía la mejilla con la poca fuerza que tenía. Se notaba que era incapaz de detener a Luca.

-Cuando tengas hijos entenderás. – dijo Lou. – Yo ahora solo entiendo de niños pequeños, los bebés son otra cosa…

-Una cosa muy frágil. – dijo la mamá de Kaká, pronto Kaká también estuvo en la sala, cogió a Richy en sus brazos y con ayuda de su madre comenzó a darle el biberón.  


Luca pronto se removió notablemente molesto en los brazos de Gonzalo, la madre de Kaká fue rápidamente a la cocina y regresó con el segundo biberón, él no pudo cargar al niño y darle la leche, así que la mujer cogió al pequeño bebé en sus brazos y se sentó con el niño en sus brazos mientras este comía. 

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