Wednesday, March 5, 2014

Gol. Capítulo 20



Capítulo 20


-Ella, vamos tarde… - le urgió Kate, aparentemente todos en Inglaterra la querían llamar así, de forma que Lou se resignó a aquello.
En ese momento Kate estaba al pie de las escaleras esperando a que la nutrióloga bajara y pudieran irse de camino a una comida de un compañero del trabajo de Kate, quien no encontró a nadie más a quién llamar. Lou debería haber estado en su casa descansando sabía que estaba a punto de contraer una gripe horrible, pero de momento se había tomado una pastilla y estaba solo un poco somnolienta.
Kate estaba usando un vestido corto de color negro, Lou se preguntaba cómo podía salir a la calle vestida de aquella manera siendo que ella aún con los pantalones y las botas a la rodilla sentía frío.
Poco después ambas llegaron a un pequeño restaurante donde saludaron a muchas personas, la mayoría periodistas. Lou tuvo que recordar mantenerse callada alrededor de esas personas, principalmente porque todos querían saber algo acerca de los jugadores a los que conocía.
Ese sería un día muy largo…


Con el sol bien puesto en el cielo, Ceci había decidido salir al jardín un momento, en la cocina los panqueques que recién había sacado del horno se enfriaban un poco en la mesa, el jugo de naranja estaba en el refrigerador y los huevos revueltos estaban en una cazuela con la tapa puesta, la arquitecto había apagado el fuego antes de salir a echar un vistazo afuera. Había aceptado ir con Cristiano a Portugal, estaba feliz de haberlo hecho, aunque le preocupaba un poco el no saber muy claramente cuál era el plan en que estaban. Su relación iba bien – perfectamente, en realidad – pero Ceci aún tenía sus dudas.
La castaña se recargó en el borde de la puerta corrediza y miro en dirección al amanecer, siempre había sido pésima para ubicar los puntos cardinales pero nunca se había perdido.
En ese momento un ave cayó sobre el pasto cerca de ella, Ceci fue hasta donde estaba el pequeño pajarito y después de darle una rápida mirada entró en la casa, cogió un trapo de tela y fue de vuelta al jardín donde el ave estaba. Cogiéndolo cuidadosamente se dio cuenta que su nuevo amiguito tenía un ala en malas condiciones, en el momento en que entró a la cocina Cristiano entró por la puerta que daba a la sala de estar, llevaba puesto unos pantalones cortos para hacer deporte y una camiseta azul de manga corta. Ceci tuvo que asumir que esa era su pijama ya que ella dormía en la habitación de huéspedes.
- Creo que se rompió un ala. – dijo ella, sosteniendo con cuidado al ave aún sin querer tocarlo directamente con sus manos. Cristiano le dio una ojeada al animal y luego a su novia.
- Después de desayunar podemos llevarlo al veterinario. – dijo sin pensarlo. Ceci sonrió y puso al pajarito cerca de una ventana, donde podía verse el sol y el pasto verde brillante del jardín.
Después de desayunar, Cristiano lavó los platos sucios mientras Ceci le hacía burla, la pequeña cocina blanca estaba ya completamente iluminada por la brillante luz amarilla del sol. Ceci revisó al pajarito y se mordió el labio mientras pensaba cómo podría aquel animalito haberse provocado aquella herida.
Unos minutos más tarde ambos estaban en el auto, Cristiano manejaba con cuidado mientras bromeaba con Ceci, quien sostenía al pajarito en ambas manos, aun ayudándose por el trapo. Finalmente dejaron a su amiguito con el veterinario y regresaron a la casa de Cris. Esa noche irían al concierto de Rihanna y al día siguiente estarían de vuelta en España, solo habían pasado un par de días en Portugal.
Ceci se tiró sobre uno de los sofás de la sala mientras Cristiano ponía sus lentes oscuros en una de las mesas de la entrada, ambos lucían cómo si acabaran de salir de un gimnasio, con pantalones deportivos, camisetas grandes y tenis.
-¿Me vas a dejar sentar? – preguntó Cristiano, divertido ante la forma en que Ceci se había tumbado sobre su sofá color crema.
-Depende…¿me vas a mover a un lado?
Dicho es, Cris cogió los tobillos de la chica y se sentó antes de poner las piernas de su novia sobre su regazo. Ella levantó la cabeza y le dedico una sonrisa de satisfacción. No le gustaba moverse una vez que se había puesto cómoda y a su novio no le molestaba en lo más mínimo cargarla de un lugar a otro, en realidad, eso hizo en ese momento.
Mientras Ella gritaba y pataleaba juguetonamente, Cristiano llevó a Ceci hasta el jardín y la dejó suavemente sobre el pasto, debajo de un roble grande. Ambos se sentaron allí mirando hacia el cielo y repasando cualquier recuerdo que tuvieran juntos.
-Vamos, tengo hambre. – dijo Ceci finalmente, levantándose del suelo y poniéndose frente al jugador. Le tendió la mano y le ayudó a levantarse antes de volver a la casa a toda velocidad.
Cristiano y Ceci fueron a un restaurante cerca de la casa, comieron en una mesa ubicada en el fondo del local y cuando Ceci terminó de comer su helado de vainilla y chocolate ambos regresaron al auto y fueron a la casa a prepararse para el concierto de esa noche.
En su habitación Ceci fue directamente hasta su maleta, cogiendo la ropa que había decidido ponerse esa mañana. Después de arreglar sus rizos naturales y ponerse un poco de maquillaje se puso el bonito conjunto, unos pantalones blancos con estampado de flores en diferentes tonalidades de café y una blusa blanca de botones y manga larga con algunas piedritas metálicas cosidas sobre el cuello, se puso los zapatos cafés y salió de la habitación, encontrándose con Cristiano saliendo de su habitación también. Él llevaba el móvil en las manos y estaba perdido en la pequeña pantalla del aparato. Ceci lo miró de arriba abajo, se veía muy bien con una camisa negra tipo polo y sus jeans, su cabello se veía como era usual peinado hacia atrás con gel.
Después de unos minutos Cristiano se dio cuenta de que estaba siendo observado, sonrió a Ceci y caminaron juntos hasta la entrada, donde el bolso de Ceci estaba.
-Hablaba con mamá… ya sabes… - le decía Cris mientras ponía su móvil dentro de un bolsillo en su pantalón.
-Sí yo sé, te preocupas mucho.
Veinte minutos después de subir al auto llegaron al lugar del concierto, para ese entonces Ceci ya estaba dando brinquitos en el asiento del copiloto mientras que Cristiano estacionaba el auto en la parte de atrás del edificio. Juntos pasaron por seguridad en la entrada trasera del gran estadio. Cogidos de la mano caminaron por el área del backstage y se encontraron con algunos amigos.
Unos minutos después Rihanna pasó al lado de todos, seguida por sus bailarines, aunque se veía concentrada les dio un rápido saludo a todos y siguió caminando hasta unas escaleras que daban al escenario. El concierto estaba por comenzar, todos los que estaban con ellos salieron y se quedaron de pie en la primera y segunda fila, donde vieron el concierto entero. Cristiano tuvo que reírse de su novia mientras ella se divertía, bailaba como loca y gritaba.
Para cuando el concierto terminó, Rihanna sobre el escenario lucía una sonrisa enorme, aunque se veía cansada y sudorosa, después de todo había bailado y cantado por más de dos horas, salió del escenario y Cris le señaló a Ceci que deberían volver al backstage.
-Creo que me he quedado sin voz… - dijo Ceci cuando estuvieron en un pasillo libre de ruido. Cris no pudo evitar reírse.
-¿Eso quiere decir que te la pasaste bien?
-Increíble. – respondió la chica con una sonrisa.
En ese momento la cantante salió de su camerino y comenzó a charlar con algunos de los que estaban allí, después de unos minutos se acercó a ellos, saludando sonriente a los dos. Ahora que tenía puesto un pequeño vestido negro y tenía el cabello recogido en una coleta alta lucía mucho más tranquila que cuando estaba bajando del escenario.
Después de un par de fotos la cantante se volvió a ir, dejando a Ceci sonriendo como idiota con Cristiano a su lado para divertirse con la expresión en su rostro.


Kate se limpió el rostro, no podía creer lo que acaba de suceder, Eva entró en el cuarto de baño, llevando consigo un poco de hielo.
-No pensé que te fueras a caer, lo siento mucho. – dijo su amiga, Kate se sentó sobre la tapa del inodoro y dejó a su amiga poner la bolsa con hielo sobre su rodilla.
-¡Yo no pensé que me tirarían un pastel encima el día de mi cumpleaños! – respondió Kate, pasándose una mano por el cabello húmedo. Había tenido que poner su cabeza en el lavamanos para quitarse el pastel que había quedado sobre su cabello negro.
Sus otras amigas, un par de rubias que bien podrían pasar por hermanas, esperaban recargadas en la puerta. Lou se acercó a las chicas y tocó a la puerta, sintiéndose culpable, ella había comprado aquel pastel que terminó en el rostro y cabello de la periodista.
-No te preocupes – Rita intentó tranquilizar a la nutrióloga – cada año hacemos alguna tontería – miró a Lucy.
-Ya nos habíamos tardado.- terminó Lucy.
Lou las miró, ambas rubias, ambas con vestidos verdes y zapatos blancos. Como hermanas, pensó. La puerta se abrió, Eva y Kate salieron del baño, sonrientes, el cabello de la última lucía un poco ondulado y húmedo sobre sus hombros.
-¡Feliz cumpleaños! – gritaron Rita y Lucy antes de darle un abrazo a la pelinegra.


La noche había caído sobre la ciudad, las cinco chicas se habían preparado para festejar el cumpleaños de Kate. Rita había preparado una reservación en un lugar de moda no muy lejos de donde la cumpleañera vivía; Ella y Lucy habían llegado primero y antes de que Kate estuviera allí casi todas sus amistades ya habían llegado.
Pasaron un par de horas festejando hasta que se apareció un hombre que captó la atención de la reportera, que por fin se acercó a la mesa donde algunos de sus amigos se sentaban mientras el resto disfrutaba de la pista de baile.
-¿Alguien lo ha invitado? – preguntó Kate, apuntando con su mirada hacía el hombre alto que caminaba en su dirección.
-Perdona, yo le mencioné acerca de la fiesta… ¿te molesta? – preguntó Lou un poco preocupada.
-En lo absoluto, pero ¿no te meterás en problemas con tu novio? Digo…él es tu amigo y todo, pero… - dijo Kate, un par de amigos del trabajo que estaban a su lado lucían la misma expresión de preocupación en sus rostros.
Antes de que Lou pudiera responder, Lukas se acercó a saludar a Juan Mata, ambos conversaron un par de minutos y parecieron bromear antes de que Juan llegara hasta Kate y le diera un abrazo por su cumpleaños.
-Es mi amigo y quería conocerte. – dijo Lou, una sonrisa en su rostro. Kate atónita miro al futbolista con las mejillas un poco sonrojadas, él simplemente comenzó a charlar con ella y cuando la chica se aburrió de estar sentada ambos fueron a bailar.
Lou recordaba su última conversación con Sergio, él le había aconsejado que mantuviera su amistad con Gonzalo en lo más lejano que pudiera de sí misma, aunque ella no tuvo otra opción, después de todo, él se había mudado a Inglaterra hacía poco. Sabía por Pepe Reina que le estaba costando trabajo ajustarse, además que en el Madrid habían atrasado un poco su partida y había llegado a los entrenamientos del Napoli con la temporada ya empezada y por tanto no había debutado con su nueva camiseta, cosa que de seguro lo ponía muy molesto y frustrado.
Después de quedarse un momento pensando Lucy fue hacia Lou y cogiéndola por los hombros la hizo mirar hacía otra dirección, cierto hombre alemán caminaba en la dirección donde ella estaba, la amiga le dio una sonrisa pícara y le guiñó el ojo antes de alejarse con su margarita de manzana en una mano mientras la otra estaba en el aire; Lucy se iba a la pista de baile y le acababa de decir con sus curiosas maneras que no se separará del jugador. Obviamente ella no sabía que ambos estaban pasada la etapa de coquetear y esperar, aunque Lou seguía esperando que fuera lo romántico suficiente para pedirle que fuera su novia – a lo que ella respondería con una expresión seria mientras en su mente volaban miles de cohetes…
-¿Has dejado algo en la estufa? – escuchó la voz de Lukas. Se volvió hacía él y lo miró con mala cara. Él le sonrió y le besó la mejilla mientras ella se hacía la loca.


Un par de meses después de la re-apertura de su restaurante, Mariana y Kaká por fin habían terminado de mover todas sus pertenencias a su nueva casa.
Esa mañana Mari salió temprano con su perro pug, como era usual. Su nueva casa era muy grande y al frente tenía un bonito jardín con muchas flores, los vecinos estaban relativamente cerca, pero la zona era tranquila y el fraccionamiento era cerrado. La pareja no quería gente extraña apareciéndose por su casa.
Cuando el pug encontró un lugar para orinar cerca de un arbusto cerca de la calle, la vecina de la casa de junto salió de su casa, saludando a la chica de lejos mientras se subía a su auto. Mari volvió a entrar a su casa, dentro el pug corrió hacía la sala. La castaña fue a la cocina y se encontró a su esposo sentado en medio del sillón rinconero de cuero blanco que formaba parte del comedor, un plato repleto de frutas, un gran vaso de leche frente a él y un sándwich en sus manos. Tenía la vista fija en la pantalla del televisor que estaba al otro lado de la habitación, Mari pasó junto a él y subió el volumen de la televisión mientras sacaba del congelador unos waffles para microondas.
-¿No cocinas, amor? – pregunto Kaká en tono burlón cuando la chica colocó los waffles en un plato y luego en el microondas.
-Hoy no. – Respondió ella, se volvió hacía el refrigerador y sacó una manzana.
Cuando Mari se sentó junto a Kaká tenía en el plato tres waffles pequeños con crema batida y miel sobre ellos, una manzana picada al lado y un vaso de jugo de naranja.
En el televisor Kaká miraba un noticiero mañanero que Mari había aprendido a odiar. Un par de minutos de silencio después él apagó el televisor con el control remoto y le preguntó a su esposa acerca de sus planes para las siguientes semanas, siendo que había viajado en un par de ocasiones a Italia para ocuparse de su restaurante y ver a su amiga Lou, se tenían que poner de acuerdo acerca de las fechas en las cuales hacer qué.
-¿Vas al partido de éste sábado, verdad?
-Sí, pero no sé si podré ir al partido de la champions… - Mari recordaba haber quedado con un proveedor para el mismo día de aquel partido.
-No hay problema, pero ¿si vas al del sábado? – Mariana se rio y asintió con la cabeza. – sólo me aseguro…
Unos minutos más tarde Kaká se levantó y puso su plato y vaso sucios en el fregadero antes de subir las escaleras y ponerse unos zapatos, gorra y sudadera. Cogió su maleta del club y bajó las escaleras, encontrando a Mariana peleando con el lavaplatos.
-Déjalo, Martha llega pronto y lo hace ella. – la castaña entrecerró los ojos.
-Ni siquiera puedo poner esto a andar… ¡Que tengas buen día! – le dio un beso corto en los labios a Kaká y él se fue de la casa camino a su entrenamiento.
Una vez que Mariana se quedó sola en la casa se preparó para salir al restaurante, con sus usuales pantalones negros, camiseta blanca y abrigo se fue a trabajar.

Lo primero que Mari hizo al entrar en la cocina fue gritar a la nada: “Alguien arrójeme un trozo de apio, ¿quieren?”

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