Wednesday, March 5, 2014

Gol. Capítulo 23


Capítulo 23


Estaba enfundada en una chamarra gruesa del equipo que le llegaba hasta las rodillas. Llevaba una sudadera color azul debajo y su uniforme del equipo, así como una bufanda azul con el escudo en una orilla. Tenía el cabello recogido en una coleta alta y nada de maquillaje en el rostro. Se le veía la nariz roja y tenía las pestañas húmedas, se había tomado un medicamento para la gripa esa mañana, pero después que regreso de Madrid el cambio de clima le había hecho enfermar.
Mientras caminaba por el campo de entrenamiento algunos la miraban confundidos, a nadie más le parecía que hiciera tanto frío como para usar aquella enorme chamarra que usualmente solo se usaba durante las tormentas de nieve.
Los jugadores que estaban corriendo vueltas en el campo no parecieron percatarse de la presencia de la chica, Eva vio a su amiga acercarse y cuando la tuvo frente a sí no pudo decir nada más que:
-Necesitas un antibiótico. Te ves horrible.
-Me lo imagino, esta mañana apenas he podido salir de la cama. – respondió la nutrióloga, con la voz ronca, casi irreconocible.
-Y un anti-inflamatorio… - sentenció Eva.
Después de que el entrenamiento terminó y ambas pudieron revisar a los jugadores, el médico del equipo ofreció a su colega revisarla. A regañadientes Lou se sentó en la cama se revisión y esperó a que su amiga le revisara la respiración con el estetoscopio, luego la garganta con un palito de madera, los ojos y las orejas. Finalmente le dio una receta y le golpeo la frente juguetonamente.
-No te fíes del clima. Anda, vete a casa y toma algo de té que eso te hará bien.
Lou se puso de pie y le dio a su amiga un saludo militar poniendo su mano sobre su frente.

Solo habían pasado un par de horas desde que la chica había tomado sus medicamentos, Eva no se había ido con tonterías al medicarla, le recetó lo más fuerte que posiblemente había encontrado en su guía médica porque la nutrióloga estaba inmersa en un estado de inconciencia muy confusa; sabía que estaba despierta pero estando tumbada en su cama apenas podía reconocer el lejano sonido de la televisión en el canal de caricaturas.
El teléfono sonó a su lado y entonces la chica llevó su mano hasta el aparato para contestar, cuando lo hiso escuchó la voz de Gonzalo, en medio de las palabras que le decía solo pudo procesar el “hola?” al final de la oración.
-Perdona, estoy algo enferma y creo que el medicamento es muy fuerte. – le explicó a su amigo.
Gonzalo dijo algo más y colgó. Lou siguió con el teléfono al oído intentando escuchar algo más, pero tardó un par de minutos en darse cuenta de que lo que estaba escuchando era la voz de Doug Narinas desde la televisión.
Puso el teléfono de vuelta en su sitio y continuó intentando descansar, había sobre su cama una caja de pañuelos desechables y unas botellas de agua, a su lado en el suelo estaba el bote de basura-donde ya había un montoncito de pañuelos usados-. Estaba cubierta por sus mantas desde los pies hasta la barbilla y llevaba puesto un pijama que constaba de un pantalón y una blusa de manga larga color crema con ovejitas y números estampados por doquier.
En medio de aquel extraño trance Lou se sentó con la almohada entre ella y la cabecera de madera de su cama, tenía el cabello suelto hecho un desastre, el fleco le caía sobre el frente, húmedo por el sudor.
Escuchó el timbre unos minutos después y quiso moverse pero sentía las extremidades como de trapo. Volvió a escuchar el timbre un par de veces más y cuando el ruido se detuvo fue reemplazado por el de su teléfono, contestó y se dio cuenta de que era Gonzalo. Le parecía raro, pero él quería saber por qué no le abría la puerta, la chica tosió un par de veces y le explicó dónde buscar la llave extra, con trabajo él entendió lo que la chica quería decir y cinco minutos después entró en la casa, dejando la llave en la barra en la cocina.
Subió las escaleras y entró en la única habitación que estaba abierta. Lou estaba sentada en la cama luciendo realmente enferma, tenía la nariz roja como un tomate, los ojos llorosos y el rostro pálido. Se acercó a la chica e intento no hacer mucho ruido, pero golpeó el cubo de basura con un pie, provocando un estruendo que hiso a ambos mirar hacia abajo, donde el cubo estaba.
-Te ves horrible. – dijo Gonzalo con una sonrisa de lado.
-Me lo han dicho antes. – respondió ella con su voz ronca.
-¿Cómo te sientes? – preguntó, sentándose al lado de ella en la cama, la chica se recorrió un poco para que él tuviera espacio y antes de dejarla contestar le puso la mano sobre la frente, sobre el cabello húmedo. – ¡Bueno, pero estas ardiendo!
-Pero me he tomado el medicamento. – respondió ella mientras Gonzalo le quitaba todas las mantas de encima y la ayudaba a sentarse sobre ellas.
-¿Quién es tu médico? ¿A quién llamo? – preguntó Gonzalo desde el baño, donde le ponía agua fría a un trozo de tela.
-Miguel Martín. – dijo la chica con los ojos puestos en los dibujos animados.
Gonzalo le colocó el trapo húmedo sobre la frente después de apartar el cabello castaño de la chica hacia un lado. 
-Él está en España, dime de alguien de aquí.
Después de pensárselo un momento la chica dio con el nombre que se estaba escapando de la mente.
-Eva.
Dicho eso, Gonzalo cogió el móvil de Lou y buscó en sus contactos hasta que se encontró con el número de la doctora. En cuanto contestó Gonzalo fue al grano y le dijo lo que pasaba, la amiga de Lou escuchó con atención desde el otro lado de la línea, estaba en su sala leyendo un poco, pero escuchando aquello, la doctora le dijo a Gonzalo que podría obligar a la chica a tomar un baño con agua fría si su temperatura no bajaba en los siguientes minutos minutos o llevarla al hospital directamente.
Eva le pidió a Gonzalo que no dejara de llamarla en caso de cualquier cosa, él le dio las gracias y colgó, mirando a su ex novia. Conociéndola bien, sabía que en alguna parte tendría un botiquín y de seguro un termómetro. Entro en el baño contiguo a su habitación y buscó hasta encontrar una cajita azul que contenía casi todo tipo de medicamentos, en una orilla encontró en una caja larga y transparente un termómetro electrónico. En una bolita de algodón puso algo de alcohol y limpio la punta metálica del aparato antes de enjuagarlo en agua y ponérselo a Lou debajo del brazo.
-Debería llamar a Lukas… -Gonzalo miró a la chica, ella lucía algo confundida y cansada pero no parecía estar tan enferma como para ir al hospital.
-Tú siempre te enfermas. – dijo Gonzalo.
-Ah-ha. Dame el teléfono. – insistió ella.

Gonzalo tuvo que convencer a Lou de que llamar a Lukas no serviría de nada, le mandó un mensaje de texto al novio de su amiga sólo para que se quedara más tranquila, pero en el interior Gonzalo no tenía ganas de meter a Lukas en todo ese asunto. Pocas veces estaba a solas con la nutrióloga y esa era la ocasión de demostrarle lo mucho que le preocupaba su bienestar.
Pasadas un par de horas la chica ya había recobrado su temperatura normal, aunque Gonzalo había tenido que convencerla de que se pusiera una camiseta más fresca. Los dos estaban sentados en la cama de la chica comiendo cada uno de un plato de papas con queso y pollo que él había sido lo suficientemente ágil para cocinar.
-¡Qué vergüenza! – dijo Lou después que la película se fue a comerciales. – De seguro crees que soy una inútil…
-En realidad no, creo que simplemente estas enferma y necesitabas de alguien. – respondió Gonzalo.
Lou miró al jugador, él parecía querer agregar algo más pero no dijo nada, simplemente se quedó en silencio. Mientras la chica lo miraba atentamente.
Ambos se quedaron mirando un momento antes de que llamaran a la puerta. La chica se levantó de la cama con ayuda de su amigo, Gonzalo le ayudo a bajar las escaleras y luego la chica abrió la puerta para encontrarse a Lukas esperando.
-¡Ella, cómo estas! – Lukas la abrazó en cuanto ella abrió. Gonzalo no estaba por ninguna parte, la chica suspiró y miró a su novio.
-He estado mejor…
La pareja continuaba abrazada y Lukas le besó la frente un par de veces antes de soltarla y charlar un poco con ella antes de obligarla a meterse de nuevo a la cama y descansar.


-Entonces – Mari estaba del otro lado de la línea comiendo una barrita de durazno, Lou la podía escuchar comiendo mientras hablaban. - ¿Fue un sueño o estabas alucinando?
-No lo sé, pero Gonzalo no estaba aquí.
-¿Y Lukas pasó la noche en tu casa? – preguntó.
-Sí, me revisó la temperatura un par de veces durante la noche.
-Sabemos que ambos hombres te agradan… - Lou suspiró. – Tarde o temprano tienes que decidirte por uno y cortar toda conexión con el otro; después de todo, alucinaste a uno de ellos. ¡LOU ES UNA SEÑAL!
Lou continuó hablando con Mari, aunque no sabía muy bien si debía hacer caso a lo que su amiga le decía. Después de todo ella ya había terminado con Gonzalo y ambos estaban en plan de amigos, además que Lukas era muy serio en cuanto a su relación, ambos estaban seguros del otro y nunca le había cuestionado su amistad con el argentino. A pesar de conocer muy bien la historia, Lukas nunca le había reprochado haber hecho amistad con su ex. Aun así, Lou se lo planteo en la mente y las cosas no sonaban nada bien, además que las palabras de Mariana no le ayudaban nada.
-Piénsalo bien. No es que yo quiera influir en tu decisión, pero… Gonzalo y tú hacían una bonita pareja.
-¿Y Lukas?
-No lo sé…es que Lukas te sigue la corriente, en verdad no te saca de tu pequeña burbuja. Gonzalo siempre te ponía en situaciones extrañas e incomodas, además, me divertía más verte los días después que “metías goles” con él. Te ponías roja y andabas de buenas. Con Lukas siento que no estas feliz ni en ese aspecto.
Lou se pasó la mano por la cara, era de esperar que Mariana basara su opinión en algún aspecto que involucrara sexo. Después de todo, ella había basado su relación con Kaká en eso mismo, aunque a ellos les había funcionado… Era una cosa muy rara que Lou no quería ni comprender ni hablar acerca de.
-Mari, este no es el momento de discutir mi vida sexual, podemos volver al punto.
-¡Es que es muy importante! – Chilló Mariana – Hay matrimonios que terminan porque a alguna de las partes no les gusta el sexo con el otro.
-¡Pero yo no estoy casada! – Lou deseaba con desesperación terminar esa llamada con su amiga.
-Sólo respóndeme o respóndete a ti. ¿Qué te gusta más? ¿Un hombre que te trata como si te fueras a romper? ¿O un hombre que parece que te va a romper?
-Mariana…
-Piénsalo, piénsalo.

Al terminar la llamada Lou reconoció que había más de una connotación a aquella pregunta. Por primera vez en mucho tiempo, la nutrióloga no pudo concentrarse en el partido. A pesar de estar en la banca, cerca del campo y del director técnico del equipo. No logró concentrarse en los hombres de azul que corrían en el pasto. No vio los goles y ciertamente no vio nada. Pensaba sólo en dos cosas.
Su novio y su ex novio.

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