Wednesday, March 5, 2014

Gol. Capítulo 21


Capítulo 21
Lou caminaba por los campos de entrenamiento con Eva, quién llevaba su maletín. Ambas hablaban mientras se acercaban al equipo que estaba comenzando el calentamiento, era muy temprano pero la temporada ya había comenzado y en sus primero partidos habían hecho un buen trabajo, así que para seguir así José Mourinho, quién había dejado el Real Madrid poco después que ella, estaba decidido en continuar los entrenamientos a esa hora.
-¿Entonces no has hablado directamente con él? – preguntó Eva.
-No, en verdad no. Solo lo he visto un par de veces además del día que dio sus instrucciones. No he tenido oportunidad de hablar con él.
-Qué cosas… - Eva suspiró. – nunca te lo hubieras imaginado, ¿cierto? – Lou movió la cabeza a modo de negar. – Pues ahora seguro que hablas con él.
Al acercarse a los jugadores ambas se quedaron cerca de resto de los preparadores físicos, Mourinho estaba dirigiendo el entrenamiento y poco tiempo después que comenzaron a correr y saltar vueltas por un circuito con conos, Mourinho se acercó a los preparadores y miró por un momento a la nutrióloga, asintiendo con la cabeza se pasó de largo.
Cuando acabó entrenamiento, David Luiz se acercó a las dos y pasó un brazo sobre el hombro de cada una, llenándolas a ambas con sudor.
-¿Cansado? – preguntó Eva, en un momento comenzó a hacerle preguntas sobre una pequeña molestia de la que le había comentado con anterioridad.
-No, para nada. – Con el resto de los jugadores caminaron hacia el edificio donde a los hombres les esperaba una ducha.


-Entonces, ¿vas a venir o no? – preguntó Lou por la bocina del teléfono.
-No voy a poder, tengo que ir a una cosa del equipo. Perdón… lo olvidé por completo.
-No hay problema. Luego salimos. Te quiero, adiós.
-Yo también, hasta luego. – Lukas colgó y la castaña se quedó mirando hacía la pared.
Lukas le había prometido que pasarían tiempo juntos en Italia, Mariana estaba aún metida en el restaurante, toda la mañana había estado cocinando y no parecía tener intención alguna de detenerse pronto. Mientras su amiga estaba afuera, Lou tenía que pasar la tarde en la enorme habitación de hotel donde se habían hospedado aquel fin de semana.
En su teléfono celular la chica guardaba algunas fotografías de España, en la mayoría salía con sus amigas, había un par de fotos con Sergio y Ronaldo, aunque todas las que tenía con Gonzalo las había impreso y dejado en España.
Con el cabello suelto y los tacones puestos la chica tenía ganas de matar a su novio, que al menos debió avisarle a la hora que se suponía subiría al avión. Entro a su habitación y se sacó los zapatos y el vestido. Se puso una falda de denim corta y una blusa de tirantes color rojo, por lo menos podría disfrutar del clima. Con los pies descalzos caminó a la cocina mientras se recogía el cabello en una coleta alta, dejando su fleco caer sobre un lado de su cara.
Mientras husmeaba en el refrigerador escuchó el teléfono y contestó rápidamente.
-¿Sí?  ¿Quién habla? – se rascó un ojo, antes de recordar que se había puesto delineador en el parpado superior.
-Eh…¿Lou? – era Gonzalo. Ella hizo un ‘ah-ha’, que había cogido de Lukas. - ¿Harás algo hoy? – de pronto la chica captó. Era Gonzalo. Estaba hablando con Gonzalo, después de meses de no verlo ni hablar con él más que por Facebook.
-No, planeaba salir con Lukas pero ya ves que hay que hacer campañas publicitarias hoy. – respondió la castaña mientras se revisaba el maquillaje en el espejo del baño. - ¿por qué lo preguntas?
-Bueno, pensé que podríamos salir… como amigos, claro.
-Acabaste de ver la última temporada de American Horror Story y de seguro te has quedado sin saber que hacer… - Del otro lado de la línea se escuchó una leve risa.- Sí, tal como lo imaginé. ¿Vienes tú o voy yo?
-Yo voy. Aunque no lo creas, me sé mover por las calles.
Una vez que colgó el teléfono fue de vuelta su habitación, pero ya no tenía ganas de volver a vestirse así que se puso sus sandalias color negro y se sentó en la cama con su teléfono móvil, mandó un texto a Lukas diciéndole que estaría con Gonzalo y le llamara al móvil si era necesario.
Después de mirar la pantalla fijamente y ver que no había respuesta se tiró sobre la cama y miró hacia la izquierda, allí estaba la única foto que había en su habitación- Mariana siempre cargaba con esa foto en sus viajes-, en un cuadro de color plateado mate estaba la foto que Sergio le había tomado a Ceci, Cristy, Mari y Lou el día de la boda de Mariana y Kaká.
Que fácil hubiera sido – pensó, - si me hubiera fijado en Sergio y no en Gonzalo.
Pero sabía que nunca hubiera podido enamorarse de él, era su amigo y era increíblemente amable pero no era nada más que un amigo. Además, a él tampoco le gustaba la nutrióloga.
El teléfono sonó y Lou salió de su ensoñación, contestó y escuchó que la mujer de recepción le avisaba de su visita, que ya iba en camino a la habitación. Se levantó, cogió su teléfono y lo metió en su bolso antes de colgárselo en el hombro y salir con las llaves en la mano.
-¿Cuál es el plan? – preguntó a Gonzalo una vez que se encontraron en el pasillo.
-Unos amigos me invitaban a pasar la tarde en su yate, ¿Qué te parece?… - respondió el jugador.
-Tendrás que acompañarme a comprar un traje de baño… - admitió avergonzada.
-¿Por qué viajas sin uno? – contestó él, pero igual le indicó que caminara.


En la playa había bastantes personas cuando llegaron. Cerca de la playa se habían encontrado con algunos amigos del jugador, Lou se había puesto a conversar con una chica que acompañaba al par de hombres, en total eran cinco. Cuando subieron al yate la chica de cabello negro se sacó los shorts y la camiseta mientras los hombres se deshacían de las camisas, ya que no llevaban pantalones sino que iban solo con sus bañadores.
Después de un par de minutos sólo mirando a los demás, la chica se sentó junto al resto mientras se dirigían más adentro en el agua.
-¿No quieres broncearte aunque sea un poco? – le preguntó la única mujer aparte de ella que había en el yate. – si te preocupa el sol, créeme no te quemaras.
-Anda, muéstrales ese bonito bikini que te has comprado. – le dijo Gonzalo, haciéndose acreedor a un codazo en el abdomen.
La otra mujer se quedó mirando con las cejas alzadas, miraba a uno y luego al otro. Lou se sentía un poco incomoda hablando en Italiano, pues era la lengua que tenía menos segura pues tenía la mala costumbre de mezclar palabras en español con palabras en Italiano. De todos los cursos de idiomas que tomo, seguramente el italiano había sido al que menos empeño le había puesto…
Sin tener muchas ganas de pasearse por el yate con su tonto bikini, Lou se sacó la falda y la blusa, dejándolas al lado de la ropa de la otra chica, que aunque parecía muy autoritaria la trataba con mucha amabilidad, Lou deseaba recordar cómo le había dicho que se llamaba.
Al sentarse en una de las sillas que estaban más a la vista, pasó junto a los hombres luciendo su nuevo traje de baño de dos piezas mejor conocido como bikini de color rosa brillante. Mientras caminaba y se acomodaba el top que no tenía tirantes no se dio cuenta de que Gonzalo no dejaba de mirarla mientras hablaba con sus amigos.
Gonzalo y Lou nunca habían ido a nadar ni nada parecido, nunca la había visto en traje de baño, aunque sabía que ella prefería los de una pieza y al hacerla comprar el bikini la había incomodado hasta el punto de hacerla enojar.
Mientras sus amigos miraban al par de chicas, Gonzalo sintió ganas de poner a la chica en un traje de buzo, pero luego recordó lo ajustados que eran esos trajes y pensó que tal vez si la vestía como esquimal sus amigos dejarían de mirarla.
Pronto todos estaban cerca de la orilla del yate y hacían bromas.
En realidad nadie miraba en especial a ninguna de las chicas, pero él único que no se daba cuenta era Gonzalo, siempre había tenido eso que lo había llevado a terminar con su novia. Celos. Mientras las chicas conversaban y miraban cómo se movía el agua al avanzar los hombres detrás de ellas continuaban inmersos en una conversación sobre autos y motores.
Poco después de que el yate se detuvo en un punto donde el fondo no estaba muy hondo, los hombres se acercaron a la orilla, uno de ellos, con el cabello a rapa comenzó a charlar con Marzia, la mujer con la que Lou había estado conversando; ahora, Lou se volteó y vio que Gonzalo estaba sentado frente a ella, inclinado hacia adelante en su silla.
-¿Todo bien? – le preguntó.
-Perfecto, – la chica sonrió- hace años que no voy a la playa. No me había dado cuenta de lo bonito que era.
-Hace mucho que no te veía. – le respondió él, después de un momento en silencio observándola. – Te ves diferente.
-Seguro es el cabello – dijo ella.
-No, es algo más. – le dijo él. – En fin. Te ves feliz.
-Estoy feliz, no tendría razón para no estarlo. – le respondió ella, contenta con poder hablar en español finalmente. - ¿Tu cómo estás?
-Creo que bien. Me gusta el cambio, el lugar es hermoso…puedo entender por qué a ustedes les gusta tanto venir a Italia.
-Ay, eso es una loquera de Mariana. – se rio. – a mí, la verdad, me gusta más España.
-¿Sí? – la chica asintió. – Has vivido mucho tiempo allí, tal vez si vivieras en otro lugar por mucho tiempo también te llegue a gustar.
-Es que una cosa es acostumbrarse y otra muy distinta es que te guste. – respondió ella, pero él se había perdido un poco al mirar la cadena que la chica aún llevaba al cuello. La misma que él le había dado. No hiso comentario alguno sobre eso, pero no pudo evitar notarlo.
-¡Ven, Lou! – Marzia la llamó desde una tabla que estaba colocada en la orilla del yate, la chica le dio una sonrisa a Gonzalo y se acercó a la mujer de cabello negro.
Marzia se metió al agua bajando por la escalera, acobardándose de tirarse de la tabla, Lou se hizo una coleta alta y siguió a la pelinegra. Los hombres miraron desde arriba del bote, en la parte donde las dos estaban podían estar de pie sin problema.
Gonzalo se paró en la tabla mientras las dos mujeres se reían por una broma torpe acerca de los hombres que estaban arriba. Cuando el argentino se tiró al agua y pronto salió a la superficie.
-¡Qué te pasó! – grito Marzia, la castaña se dio la vuelta y vio al pipita deteniéndose la barbilla con la mano, un pequeño chorro de sangre le corría por la mano y el cuello.          De pronto Lou fue consciente de que había piedras en el fondo. Subió por las escalera rápidamente, al igual que la Italiana, uno de los otros hombres bajó y ayudo al jugador a subir al yate. Una vez que estuvo arriba regresaron a la playa y de allí rápidamente lo llevaron al hospital.
-¿Te duele mucho? – pregunto la castaña.
-Algo. En verdad que esto es mala suerte, ¿verdad?
-Algo. – lo imitó. – Espero que la enfermera no tarde.
Ambos estaban en una de las salas de examen, con paredes blancas y muebles blancos, Gonzalo estaba sentado sobre una de esas camas de revisión al lado de una pesa, detrás había unos estantes con líquidos en botellas de vidrio y plástico. Lou estaba de pie junto a él, pasando su mano por el cabello del jugador, como si aquello pudiera calmarlo o quitarle el dolor. Sosteniendo la gaza sobre la herida, Gonzalo no decía nada.
-Bueno, veamos esa cortada. – dijo el médico en cuanto entró. Se sentó cerca del Pipita y acercó una bandeja con los materiales necesarios para cocer la herida.
Le limpió la herida y revisó antes de cocerla. Mientras el médico trabajaba Lou sostenía la mano del jugador que no podía dejar de presionar la mano de ella, alternando entre sus dedos índice y medio, la castaña reconoció que estaba nervioso y le sonreía cuando la miraba.


-Bueno, entonces ¿ya no te duele? – le preguntó incrédula, ambos estaban caminando por el pasillo del piso donde estaba la habitación de la chica.
-No, me imagino que las pastillas son muy efectivas. – le respondió él.
Llegaron a la habitación de ella con el número 506, Gonzalo miró a la chica que tenía en frente, ella sacó su llave del bolso y abrió la puerta sin darse cuenta de que Mari estaba ya adentro mirando la televisión mientras la esperaba. Esa misma noche estarían de vuelta cada una en su casa.
-Pues espero que estés bien y…cuando vuelva a venir tal vez podamos vernos.
Gonzalo asintió, se pasó una mano por el cabello y vio que detrás de Lou, su amiga, Mariana estaba haciéndole señas. Él ya sabía que Mari estaba de su lado, pero no pudo evitar sonreír ante la actitud infantil de aquella mujer, que con entusiasmo le hacía señas para que abrazara a la que era su exnovia.
-Sí, quizá… Por cierto, que bueno que sigues usando el collar.
-Yo… no… - la chica se llevó la mano al pecho, donde caía el collar y recordó que se lo había puesto esa misma mañana. Se sonrojó y sonrió a Gonzalo.
-Te queda muy bien, - se acercó a ella y con las silenciosas porras de Mariana cogió la cadena que sobre salía de la blusa de la chica y sacó el colguije. – siempre todo te queda muy bien. – le dijo en voz baja, pensando si era buena idea seguir las instrucciones de su amiga. Vio de reojo que Lou estaba mirándolo con los ojos bien abiertos y las mejillas rojas, cómo era usual, se sonrojaba fácilmente.
-¿Gracias?
Gonzalo no le dijo nada más, sólo soltó el colguije con suavidad sobre el pecho de la chica y tomándola desprevenida la rodeo con sus brazos y la beso suavemente, sin que ella pudiera alejarse, pues además de todo, tenía vendada casi la mitad izquierda del rostro. Al separarse y soltarla, ella se balanceo un poco antes poder pararse quieta, mientras tanto él le dijo confiadamente un “hasta luego” y se fue.
Mariana celebraba la acción cuando se dio cuenta de que su amiga se voltearía pronto, se tiró en el sofá y volvió a mirar la televisión, aunque ya había perdido completamente el interés.
Gonzalo dio la vuelta en el pasillo y presionó el botón del elevador con una sonrisa en el rostro. La reacción que la chica había tenido le había dado esperanzas. Ella no lo había rechazado así que Mariana tenía razón.
Lou sacó la cabeza hacía el pasillo pero ya no pudo verlo, se había ido después de besarla. Se dio la vuelta y miro su habitación.
-¿Mari?
-¿Eh? ¿Pasa algo? – la chef se hiso la loca.
-¿No viste eso?
-¿Ver qué?
Lou se tiró al lado de su amiga en el sofá, las maletas estaban casi completamente en orden, pues solo habían estado allí un par de días, así que no se preocupó mucho en tener que organizar sus pertenencias.
-Gonzalo me beso…y no es como que yo haya puesto mucha resistencia… - A Mari le brillaron los ojos.
-¿Y eso cómo te hace sentir?


Por fin Lou llegó a su casa, después de pasar un par de horas sentada y pensando de más; fue a su habitación, se dio una ducha y se puso el pijama antes de secarse el cabello y meterse en la cama.
Justo cuando apagaba la lámpara, un mensaje de texto hiso que la pantalla de su móvil brillara.
“Listo para dormir, buenas noches schön” Lou respondió con un mensaje corto también.
“Gute nacht, que descanses. Suerte mañana, liebling!” Lou apagó la luz y se fue dormir, como si solo se hubiera dormido minutos antes, la alarma de su despertador sonó y sacando un brazo de la sábana intentó apagarla.
-…Gonzalo…apaga esa cosa – dijo en español, olvidando como algunas veces lo hacía que no había nadie a su lado para apagar la alarma que estaba en la mesita de noche al otro extremo de la cama. – ah, es que no está.
Lou estaba frente al espejo admirando cómo su cabello había logrado convertirse en una maraña de pelo castaño con el fleco estaba alborotado en su frente, así que cogió la secadora y antes de bajar a desayunar terminó de peinar su cabello hasta que éste quedó completamente lacio. Después de desayunar se puso una pequeña capa de maquillaje y con el uniforme del Chelsea puesto salió en camino a Stanford Bridge.
Una vez allí, entró por una puerta cercana al estacionamiento, del lado por el cual entraban los jugadores, sólo unas cuantas personas habían llegado, pero aún no podían entrar al estadio. Lou vio a algunos jugadores entrar a los vestidores.
-Anda, ¡dale la bendición! No se valla a lastimar allá afuera… - le pidió David Luiz mientras abrazaba con un brazo a Gary Cahill, que sonreía y miraba a su compañero con diversión. Luiz no estaba convocado para jugar aquel día, pero como siempre, estaba allí para apoyar a sus compañeros y compartir un poco de su peculiar sentido del humor.
- Tottenham no sabrá que los golpeo… - dijo Mata al pasar a su lado, aunque llevaba una sonrisa juguetona en el rostro.
Ambos equipos saltaron al campo de juego y comenzaron los calentamientos, la nutrióloga estaba allí más que nada por costumbre, cuando trabajaba para Mourinho en el Real Madrid era usual que se sentara en el banquillo junto al médico del equipo, en esa ocasión el puesto junto a Eva estaba ocupado así que cuando volteo a su izquierda el único puesto libre era el que la pondría junto a Mourinho. Después del calentamiento el juego comenzó y los jugadores corrían y maniobraban con la pelota por todo el campo, tan solo en el minuto 7 Lampard cobraba un penal que Hugo Lloris detuvo fácilmente.
Mientras, el juego seguía su curso algunos jugadores en la banca se movían incomodos, sobre todo Juan Mata que seguía adelantándose al filo del asiento cada vez que Oscar y Torres se adelantaban. Mourinho se levantó de su asiento y observó con cuidado a Hazard ponerse de pie después que Vertonghen cometiera una infracción sin recibir la tarjeta amarilla. El entrenador tomo asiento de nuevo, aunque se veía molesto. Los jugadores en la banca, que incluían a Shwarzer, Essien, Demba Ba, Mata, Schurrle, Lukaku y Marco van Ginkel se echaron hacia atrás en sus asientos y pusieron expresiones de seriedad, era obvio el respeto que le tenían a su entrenador.
Unos minutos después con un pase de Ivanovic a Lampard se comenzó una jugada que ponía a los aficionados de pie en las gradas, mirando desde tan cerca los jugadores que estaban en la banca se movieron hacia adelante como sí se acercaran para escuchar algo que se les diría en voz muy baja. El entrenador completamente serio miró a su número ocho correr por el pasto hasta que Michael Dawson y Walker le complicaron la jugada, soportando un poco la presión de los defensores pasó el balón a Torres quién hiso un movimiento espectacular para desubicar y quitarse la marca de Sigurdsson antes de pasar la pelota a Oscar, quién rápidamente apuntó y disparó un balón que fue a dar al fondo de la red sin problema alguno, dejando a Lloris tirado en el pasto mirando a sus compañeros incrédulo. Minuto 16, primer gol del partido en la segunda fecha de la premier league. Oscar celebró con sus compañeros mientras en la banca todos gritaban al igual que las personas en las gradas, Eva miró a Lou y le guiñó el ojo antes de mirar de nuevo hacia el campo. No era ningún secreto que el único equipo de la premier league que la nutrióloga no podía ver ni en pintura eran los Spurs.
Al minuto 38, Lampard tenía un tiro libre a 30 yardas del arco, sin que los spurs lo esperaban, el mediocampista anotó el segundo y último gol del partido.
Después del medio tiempo, los hombres de Villas-Boas volvieron a entrar al campo con una renovaba fuerza y velocidad, los blues pusieron resistencia ante los repetidos ataques al arco que se dieron en la segunda mitad y tras un fuera de lugar y un gol anulado los spurs se notaban preocupados, aunque siendo ésta su primer partido de la premier league la presión era poca y los jugadores pronto se relajaron más. Sin más que un par de sustos entre los minutos 56 y 78 los spurs no consiguieron nada, solo la tarjeta amarilla que Dawson recibió después de hacer tropezar a Torres. Los movimientos en ambas bancas fueron escasos, en el minuto 67 Bruyne salió por Schurrle, al 72 Torres por Lukaku y en el 86 Oscar por van Ginkel del lado de los blues, en la banca contraria, salía al 57 Capoue por Dembele, al 83 descansaba Soldado y entraba Defoe.
Minuto 93 y se daba el pitaso final. Antes de levantarse de la banca, Mourinho miró a su equipo en la banca y asintió una sola vez con la cabeza, miró a los médicos y dio una leve sonrisa. Eva miró a su amiga en espera por una explicación, pero la chica estaba perdida en buscar botellas de agua para los jugadores que salían del campo.


El partido había terminado un par de horas antes, había estado parejo, pero al final habían ganado los blues. Lou había ido a su casa y había comido frente al televisor, mirando el partido de Arsenal-New Castle. Arsenal perdió 3-1 con gol de Giroud, Lukas no había jugado ese día y la chica se sintió decepcionada.
La cita en la galería era a las siete, así que a las cuatro y cuarto la chica apagó el televisor y comenzó a arreglarse para el pequeño evento. Kate no la dejaría en paz si faltaba. Con el vestido color coral y los zapatos de tacón alto color crema salió de su casa, el bolso en sus manos. Se había retocado el maquillaje y también había agregado una sombra más oscura a sus ojos y un poco de delineador negro, pocas veces usaba tanto maquillaje. Más valía que la exposición valiera la pena.
Al llegar a la galería de arte se encontró primero con Lucy, llevaba el cabello lacio recogido en una coleta alta y un vestido corto de color verde olivo y unos zapatos altos de charol negro. La chica abrazó a su amiga y junto con ella caminó hacia el fondo, allí le esperaba una pequeña cantidad de fotógrafos y gente de casi todos los medios, estaba allí uno de los muchachos de One Direction con el cabello oscuro y hasta donde Lou pudo ver, un tatuaje de un micrófono en su brazo. Los flashes lo seguían. También había un par de presentadores de televisión y claro, en los lugares a donde la nutrióloga iba nunca faltaba un futbolista.
-Kate me dijo que era algo “pequeño”, ¿Acaso esa boyband no es algo “grande”?
-No es oficialmente grande hasta que veas a la Reina. – dijo Kate, poniendo los brazos sobre los hombros de sus amigas. – Ven, te quiero presentar a alguien.
-¿Será hombre o mujer? – preguntó Lou.
-¡Ella! …es una chica y sé de buena fuente que eres su admiradora.
-Vamos.
Las chicas desaparecieron por unas escaleras de caracol y en la planta de arriba se encontraron frente a frente con la mismísima P!nk. Lou se quedó mentalmente boquiabierta mientras por fuera lucía una sonrisa enorme. Kate se echó el cabello hacía atrás y miró a su amiga con satisfacción. La estrella pop habló unos minutos con las dos chicas y después de aceptar tomarse una foto con la nutrióloga, Kate la hizo de fotógrafa y sacó un par de fotos antes de que su amiga se desmayara.
Poco después, mientras Lucy, Rita, Kate, Eva y Lou miraban un cuadro abstracto e intentaban mover la cabeza y descifrar que es lo que el pintor había querido expresar en su pintura un brazo por encima de los hombros de Lucy.
-¿Qué hacen? – preguntó la voz masculina al lado de la chica.
-Estamos especulando sobre esta pintura. – respondió.
-¿Especulamos de esa otra? – él apuntó hacía un cuadro en la esquina, Lucy siguió al hombre con entusiasmo y las demás chicas se quedaron mirando el cuadro, excepto Kate.
-¿Me perdí de algo? – preguntó.
-Han salido un par de veces, - dijo Rita.
-Es maestro de economía en la universidad. – dijo Eva.
-Usa zapatos Gucci. – mencionó Lou. – Y un traje Armani de la nueva colección, ¿en serio es maestro?
-Trabaja en la empresa de su padre, sabes que Lucy tiene un delirio por encontrarse a un Christian Grey… - bromeo Rita, que era como una hermana para Lucy. – ya en serio, deberías dejar de leer tantas revistas.
-Si me alargan el contrato lo hare, por ahora tengo mucho tiempo que matar y muchas revistas por leer.
Schön!
-Allí va otra… - dijo Eva, aunque estaba sonriendo.
Mientras Lou caminaba hasta Lukas, Kate corría detrás de uno de sus amigos que tomaba un de una copa de vino, una cámara enorme le colgaba del cuello y en su hombro llevaba una mochila negra. Rita y Eva sabían hacia donde iba, Kate ya le había tomado algunas fotos a la chica, pero ahora que el jugador estaba en el evento les tomaría más fotos. Y sin perder el tiempo se dirigió a la pareja y los hiso posar frente a una de las pinturas, después uno de los artistas se fotografió con Lukas y finalmente la periodista obligó a su fotógrafo a seguir a la pareja por si se encontraban con alguien más.
Rita y Eva se miraron un momento antes de dar media vuelta, coger una copa de vino y continuar mirando las pinturas del lado opuesta al que habían estado mirando, allí otro artista exponía sus cuadros con imágenes más claras.


-Entonces viste que salió por todos lados lo de tu salida con Higuaín, ¿Qué pasó allí? – preguntó Mari, estaba en la cocina de su casa con su perro mirándola mientras se servía un plato de fresas con crema.
-Sí, pues ya ves…Lukas estaba haciendo unos comerciales – Lou estaba de pie frente al espejo del baño con el teléfono en una mano y una toallita húmeda en la otra.
-¿Y? ¿Son amiguitos?
-¿Qué más vamos a ser? – dijo la nutrióloga mientras se limpiaba los restos de maquillaje que le quedaban en la barbilla. – Me cae bien, siempre ha sido así, pero ahora no creo quererlo como novio. Además, ¿para qué lo querría a él si Lukas se porta tan bien?
-¿Entonces te gusta más Lukas? ¿Con todo y lo del B-E-S-O? – preguntó con la cuchara en la boca, Mari llevaba puesto su pijama, unos pantalones y blusa de tirantes rosa con estampado de patitos, y tenía el cabello cuidadosamente recogido en una coleta alta.
-¡Claro! Aunque déjame decirte, que veo a Gonzalo muy cambiado… no quiero compararlos, pero…
-Pero…-la urgió. Puso el plato sucio en el lavaplatos y fue hacia el refrigerador. El perrito bufó y se fue de la cocina.
-Pero por más que cambie, Gonzalo nunca será tan bueno como Lukas. – dijo en voz baja, mirando directamente hacia el espejo aunque no miraba nada en realidad.
-Estamos hablando del hombre con el cuál pudiste haber tenido un hijo. –le recordó Mari.
-Pero no pasó nada. Mejor cuéntame, ¿ya te bajó la regla? – Lou apagó la luz del baño y abrió la puerta para tirarse sobre el abultado edredón marrón de la cama, al lado de Lukas, que miraba la televisión despreocupado, el control en sus manos. – ¿Mari?
-No hablemos de eso, ¿quieres? – contestó mari, metiéndose en la boca un trozo de pastel de chocolate que tenía en el refrigerador. – seguro que es porque no he ido al gimnasio y el estrés, sí… ¡eso ha de ser!
-¿Estas comiendo? – preguntó Lou con una sonrisa, ignorando completamente la manera en que Lukas la miraba mientras caminaba hasta su bolso y sacaba su botecito de crema y se ponía un poco.
-Estoy cenando.
-Bueno, me voy que – miró a Lukas en la cama, llevaba solo unos boxers negros y una camiseta blanca, ella se había puesto su pijama favorito de hello Kitty con pantalones largos y blusa de manga larga. – el estúpido y sensual Lukas me está mirando.
-Mira, que curioso. A mí también me observan… - dijo, mirando a Kaká entrar a la cocina seguido por el pug que se metió entre sus piernas y se quedó parado frente a él. – Buenas noches, ¡cuidado! He escuchado que los alemanes dejan ‘marca’…
-Espero que no estés embarazada, porque juro que cuando te vea te voy a golpear. – respondió Lou con una mirada sería que segundos más tarde fue reemplazada por una sonrisa. – buenas noches.
Ambas colgaron y Mari continuó comiendo pastel de chocolate con Kaká mientras que en Londres, Lou se metía a la cama y pasaba la mirada por el cuarto mientras cogía las sábanas y se las acercaba al rostro. Lukas la miró y alzo las cejas.
-¿Te gustan los autos, eh? – dijo la chica.
-Ah-ha. – respondió él. Lou se rio un poco. - ¿quieres dormir, verdad? – la chica asintió.
Lukas apagó el televisor y puso el control sobre la mesa de noche antes de levantarse y sacarse la camiseta mientras su novia se babeaba mentalmente. Se metió a la cama y sonrió a su novia antes de alargar el brazo por sobre de ella y apagar la lámpara.
-Gute nacht. – le dijo y le dio en beso la mejilla.
-Du denkst, ich werden einschlafen so? ((¿Y tú crees que me voy a dormir así?))- Lou se acomodó en la cama, pasando un brazo por encima del jugador y acurrucándose en su costado, él soltó una pequeña risa y puso su mano sobre la de ella que descansaba sobre su pecho. La chica sonrió sobre la almohada. - Nun ja, eine gute Nacht. ((Ahora sí, buenas noches)).
Luz, paz y tranquilidad. En medio del silencio, Lukas se dio cuenta que algo andaba mal. Rodó en la cama esperando encontrarse con una chica a su lado, en su lugar, se encontró con un gran vacío. Abrió los ojos y miró hacia la mesa de noche donde estaba su reloj, eran solo unos minutos más tarde de la hora a la que habitualmente se levantaba. Vio el pijama de la chica aún tirado sobre el suelo y se preguntó dónde estaría ella. Se tiró boca arriba sobre la cama y miró el techo unos minutos hasta que apareció un rostro familiar en su campo de visión. Sintió el peso de la chica sobre sí y la miró con los ojos entrecerrados, estaba sentada sobre su torso.
-Me dejaste solo en la cama. – le dijo.
-Pero hice el desayuno. – dijo ella sonriendo. Lukas se pasó una mano por la cara y se frotó los ojos antes de volver a mirarla, llevaba el cabello largo suelo sobre los hombros, seguramente lo había cepillado pues no tenía ni un cabello fuera de su lugar, además llevaba puesta una de las camisetas de él y su pantalón negro con el estampado de hello Kitty.
-No lo hagas de nuevo, – le paso una mano por el brazo – me gustaría saber cómo te ves cuando te levantas.
-No, no quieres saber…-dijo arrugando la nariz. – pero tú te ves muy bien. – le dio un beso corto en los labios y se levantó, dejando que él también se levantara.

Un par de horas después ambos estuvieron listos para irse al trabajo, el móvil de la chica comenzó a sonar. Aparentemente ese día habría una revisión general del equipo y la chica tendría que estar preparada para ir a junta con el resto del equipo técnico, Eva había sido lo suficientemente atenta para llamarle y avisarle. Lukas cogió sus llaves y ambos salieron antes de que el alemán cerrara la puerta de su casa.
-Te veo más tarde sino mañana. – le dijo ella antes de besarlo.
-Esta tarde veré a los de Nike, ¿mañana? – Lou asintió y Lukas le pasó un brazo sobre los hombros y la acompaño a su auto y la dejó irse.

En el club, Lou saludó a algunos jugadores y entro a su oficina. Cuando terminó de revisar los expedientes comenzó a llamar a los hombres a su oficina para hacer las mediciones indicadas. En la oficina de la nutrióloga, se había instalado un aparato muy grande que pesaba e indicaba las medidas específicas de los jugadores, así la nutrióloga no tenía que pellizcar a sus chicos para obtener los pliegues. Después de acabar con la mitad del equipo, el entrenador de porteros entró en su oficina y le informó que tenía quince minutos para terminar de revisar a los jugadores.
Como un rayo, la chica siguió revisando a los hombres y terminó justo a tiempo para correr por los pasillos con su libreta azul y una pluma en las manos. Con las manos temblando abrió la puerta de vidrio y entró en la sala de juntas, donde el resto de los que integraba el equipo técnico estaban ya allí. Mourinho, por fortuna no había llegado aún. Unos segundos después de que la nutrióloga tomo asiento al lado de Eva en la esquina de la mesa, entró el entrenador. Él se quedó de pie frente a todos, comenzó a hablar como era común con una expresión de seriedad mientras el personal escuchaba atentamente, el dueño del equipo no estaba allí, pero al parecer ya había tenido suficientes charlas con Mourinho. 

No comments:

Post a Comment