Capítulo
21
Lou caminaba por los campos de
entrenamiento con Eva, quién llevaba su maletín. Ambas hablaban mientras se
acercaban al equipo que estaba comenzando el calentamiento, era muy temprano
pero la temporada ya había comenzado y en sus primero partidos habían hecho un
buen trabajo, así que para seguir así José Mourinho, quién había dejado el Real
Madrid poco después que ella, estaba decidido en continuar los entrenamientos a
esa hora.
-¿Entonces no has hablado
directamente con él? – preguntó Eva.
-No, en verdad no. Solo lo he
visto un par de veces además del día que dio sus instrucciones. No he tenido
oportunidad de hablar con él.
-Qué cosas… - Eva suspiró. –
nunca te lo hubieras imaginado, ¿cierto? – Lou movió la cabeza a modo de negar.
– Pues ahora seguro que hablas con él.
Al acercarse a los jugadores
ambas se quedaron cerca de resto de los preparadores físicos, Mourinho estaba
dirigiendo el entrenamiento y poco tiempo después que comenzaron a correr y
saltar vueltas por un circuito con conos, Mourinho se acercó a los preparadores
y miró por un momento a la nutrióloga, asintiendo con la cabeza se pasó de
largo.
Cuando acabó entrenamiento, David
Luiz se acercó a las dos y pasó un brazo sobre el hombro de cada una,
llenándolas a ambas con sudor.
-¿Cansado? – preguntó Eva, en
un momento comenzó a hacerle preguntas sobre una pequeña molestia de la que le
había comentado con anterioridad.
-No, para nada. – Con el resto
de los jugadores caminaron hacia el edificio donde a los hombres les esperaba
una ducha.
…
-Entonces, ¿vas a venir o no? –
preguntó Lou por la bocina del teléfono.
-No voy a poder, tengo que ir a
una cosa del equipo. Perdón… lo olvidé por completo.
-No hay problema. Luego
salimos. Te quiero, adiós.
-Yo también, hasta luego. –
Lukas colgó y la castaña se quedó mirando hacía la pared.
Lukas le había prometido que
pasarían tiempo juntos en Italia, Mariana estaba aún metida en el restaurante,
toda la mañana había estado cocinando y no parecía tener intención alguna de
detenerse pronto. Mientras su amiga estaba afuera, Lou tenía que pasar la tarde
en la enorme habitación de hotel donde se habían hospedado aquel fin de semana.
En su teléfono celular la chica
guardaba algunas fotografías de España, en la mayoría salía con sus amigas,
había un par de fotos con Sergio y Ronaldo, aunque todas las que tenía con
Gonzalo las había impreso y dejado en España.
Con el cabello suelto y los
tacones puestos la chica tenía ganas de matar a su novio, que al menos debió
avisarle a la hora que se suponía subiría al avión. Entro a su habitación y se
sacó los zapatos y el vestido. Se puso una falda de denim corta y una blusa de
tirantes color rojo, por lo menos podría disfrutar del clima. Con los pies
descalzos caminó a la cocina mientras se recogía el cabello en una coleta alta,
dejando su fleco caer sobre un lado de su cara.
Mientras husmeaba en el
refrigerador escuchó el teléfono y contestó rápidamente.
-¿Sí? ¿Quién habla? – se rascó un ojo, antes de
recordar que se había puesto delineador en el parpado superior.
-Eh…¿Lou? – era Gonzalo. Ella
hizo un ‘ah-ha’, que había cogido de Lukas. - ¿Harás algo hoy? – de pronto la
chica captó. Era Gonzalo. Estaba hablando con Gonzalo, después de meses de no
verlo ni hablar con él más que por Facebook.
-No, planeaba salir con Lukas
pero ya ves que hay que hacer campañas publicitarias hoy. – respondió la
castaña mientras se revisaba el maquillaje en el espejo del baño. - ¿por qué lo
preguntas?
-Bueno, pensé que podríamos
salir… como amigos, claro.
-Acabaste de ver la última
temporada de American Horror Story y de seguro te has quedado sin saber que
hacer… - Del otro lado de la línea se escuchó una leve risa.- Sí, tal como lo
imaginé. ¿Vienes tú o voy yo?
-Yo voy. Aunque no lo creas, me
sé mover por las calles.
Una vez que colgó el teléfono
fue de vuelta su habitación, pero ya no tenía ganas de volver a vestirse así
que se puso sus sandalias color negro y se sentó en la cama con su teléfono
móvil, mandó un texto a Lukas diciéndole que estaría con Gonzalo y le llamara
al móvil si era necesario.
Después de mirar la pantalla
fijamente y ver que no había respuesta se tiró sobre la cama y miró hacia la
izquierda, allí estaba la única foto que había en su habitación- Mariana
siempre cargaba con esa foto en sus viajes-, en un cuadro de color plateado
mate estaba la foto que Sergio le había tomado a Ceci, Cristy, Mari y Lou el
día de la boda de Mariana y Kaká.
Que fácil hubiera sido – pensó,
- si me hubiera fijado en Sergio y no en Gonzalo.
Pero sabía que nunca hubiera
podido enamorarse de él, era su amigo y era increíblemente amable pero no era
nada más que un amigo. Además, a él tampoco le gustaba la nutrióloga.
El teléfono sonó y Lou salió de
su ensoñación, contestó y escuchó que la mujer de recepción le avisaba de su
visita, que ya iba en camino a la habitación. Se levantó, cogió su teléfono y
lo metió en su bolso antes de colgárselo en el hombro y salir con las llaves en
la mano.
-¿Cuál es el plan? – preguntó a
Gonzalo una vez que se encontraron en el pasillo.
-Unos amigos me invitaban a
pasar la tarde en su yate, ¿Qué te parece?… - respondió el jugador.
-Tendrás que acompañarme a
comprar un traje de baño… - admitió avergonzada.
-¿Por qué viajas sin uno? –
contestó él, pero igual le indicó que caminara.
En la playa había bastantes
personas cuando llegaron. Cerca de la playa se habían encontrado con algunos
amigos del jugador, Lou se había puesto a conversar con una chica que
acompañaba al par de hombres, en total eran cinco. Cuando subieron al yate la
chica de cabello negro se sacó los shorts y la camiseta mientras los hombres se
deshacían de las camisas, ya que no llevaban pantalones sino que iban solo con
sus bañadores.
Después de un par de minutos
sólo mirando a los demás, la chica se sentó junto al resto mientras se dirigían
más adentro en el agua.
-¿No quieres broncearte aunque
sea un poco? – le preguntó la única mujer aparte de ella que había en el yate.
– si te preocupa el sol, créeme no te quemaras.
-Anda, muéstrales ese bonito
bikini que te has comprado. – le dijo Gonzalo, haciéndose acreedor a un codazo
en el abdomen.
La otra mujer se quedó mirando
con las cejas alzadas, miraba a uno y luego al otro. Lou se sentía un poco
incomoda hablando en Italiano, pues era la lengua que tenía menos segura pues
tenía la mala costumbre de mezclar palabras en español con palabras en
Italiano. De todos los cursos de idiomas que tomo, seguramente el italiano
había sido al que menos empeño le había puesto…
Sin tener muchas ganas de
pasearse por el yate con su tonto bikini, Lou se sacó la falda y la blusa,
dejándolas al lado de la ropa de la otra chica, que aunque parecía muy
autoritaria la trataba con mucha amabilidad, Lou deseaba recordar cómo le había
dicho que se llamaba.
Al sentarse en una de las
sillas que estaban más a la vista, pasó junto a los hombres luciendo su nuevo
traje de baño de dos piezas mejor conocido como bikini de color rosa brillante.
Mientras caminaba y se acomodaba el top que no tenía tirantes no se dio cuenta
de que Gonzalo no dejaba de mirarla mientras hablaba con sus amigos.
Gonzalo y Lou nunca habían ido
a nadar ni nada parecido, nunca la había visto en traje de baño, aunque sabía
que ella prefería los de una pieza y al hacerla comprar el bikini la había
incomodado hasta el punto de hacerla enojar.
Mientras sus amigos miraban al
par de chicas, Gonzalo sintió ganas de poner a la chica en un traje de buzo,
pero luego recordó lo ajustados que eran esos trajes y pensó que tal vez si la
vestía como esquimal sus amigos dejarían de mirarla.
Pronto todos estaban cerca de
la orilla del yate y hacían bromas.
En realidad nadie miraba en
especial a ninguna de las chicas, pero él único que no se daba cuenta era
Gonzalo, siempre había tenido eso que lo había llevado a terminar con su novia.
Celos. Mientras las chicas conversaban y miraban cómo se movía el agua al
avanzar los hombres detrás de ellas continuaban inmersos en una conversación sobre
autos y motores.
Poco después de que el yate se
detuvo en un punto donde el fondo no estaba muy hondo, los hombres se acercaron
a la orilla, uno de ellos, con el cabello a rapa comenzó a charlar con Marzia,
la mujer con la que Lou había estado conversando; ahora, Lou se volteó y vio
que Gonzalo estaba sentado frente a ella, inclinado hacia adelante en su silla.
-¿Todo bien? – le preguntó.
-Perfecto, – la chica sonrió-
hace años que no voy a la playa. No me había dado cuenta de lo bonito que era.
-Hace mucho que no te veía. –
le respondió él, después de un momento en silencio observándola. – Te ves
diferente.
-Seguro es el cabello – dijo
ella.
-No, es algo más. – le dijo él.
– En fin. Te ves feliz.
-Estoy feliz, no tendría razón
para no estarlo. – le respondió ella, contenta con poder hablar en español
finalmente. - ¿Tu cómo estás?
-Creo que bien. Me gusta el cambio,
el lugar es hermoso…puedo entender por qué a ustedes les gusta tanto venir a
Italia.
-Ay, eso es una loquera de
Mariana. – se rio. – a mí, la verdad, me gusta más España.
-¿Sí? – la chica asintió. – Has
vivido mucho tiempo allí, tal vez si vivieras en otro lugar por mucho tiempo
también te llegue a gustar.
-Es que una cosa es
acostumbrarse y otra muy distinta es que te guste. – respondió ella, pero él se
había perdido un poco al mirar la cadena que la chica aún llevaba al cuello. La
misma que él le había dado. No hiso comentario alguno sobre eso, pero no pudo
evitar notarlo.
-¡Ven, Lou! – Marzia la llamó
desde una tabla que estaba colocada en la orilla del yate, la chica le dio una
sonrisa a Gonzalo y se acercó a la mujer de cabello negro.
Marzia se metió al agua bajando
por la escalera, acobardándose de tirarse de la tabla, Lou se hizo una coleta
alta y siguió a la pelinegra. Los hombres miraron desde arriba del bote, en la
parte donde las dos estaban podían estar de pie sin problema.
Gonzalo se paró en la tabla
mientras las dos mujeres se reían por una broma torpe acerca de los hombres que
estaban arriba. Cuando el argentino se tiró al agua y pronto salió a la
superficie.
-¡Qué te pasó! – grito Marzia,
la castaña se dio la vuelta y vio al pipita deteniéndose la barbilla con la
mano, un pequeño chorro de sangre le corría por la mano y el cuello. De pronto Lou fue consciente de que
había piedras en el fondo. Subió por las escalera rápidamente, al igual que la
Italiana, uno de los otros hombres bajó y ayudo al jugador a subir al yate. Una
vez que estuvo arriba regresaron a la playa y de allí rápidamente lo llevaron
al hospital.
-¿Te duele mucho? – pregunto la
castaña.
-Algo. En verdad que esto es
mala suerte, ¿verdad?
-Algo. – lo imitó. – Espero que
la enfermera no tarde.
Ambos estaban en una de las
salas de examen, con paredes blancas y muebles blancos, Gonzalo estaba sentado
sobre una de esas camas de revisión al lado de una pesa, detrás había unos
estantes con líquidos en botellas de vidrio y plástico. Lou estaba de pie junto
a él, pasando su mano por el cabello del jugador, como si aquello pudiera
calmarlo o quitarle el dolor. Sosteniendo la gaza sobre la herida, Gonzalo no
decía nada.
-Bueno, veamos esa cortada. –
dijo el médico en cuanto entró. Se sentó cerca del Pipita y acercó una bandeja
con los materiales necesarios para cocer la herida.
Le limpió la herida y revisó
antes de cocerla. Mientras el médico trabajaba Lou sostenía la mano del jugador
que no podía dejar de presionar la mano de ella, alternando entre sus dedos
índice y medio, la castaña reconoció que estaba nervioso y le sonreía cuando la
miraba.
…
-Bueno, entonces ¿ya no te
duele? – le preguntó incrédula, ambos estaban caminando por el pasillo del piso
donde estaba la habitación de la chica.
-No, me imagino que las
pastillas son muy efectivas. – le respondió él.
Llegaron a la habitación de
ella con el número 506, Gonzalo miró a la chica que tenía en frente, ella sacó
su llave del bolso y abrió la puerta sin darse cuenta de que Mari estaba ya
adentro mirando la televisión mientras la esperaba. Esa misma noche estarían de
vuelta cada una en su casa.
-Pues espero que estés bien
y…cuando vuelva a venir tal vez podamos vernos.
Gonzalo asintió, se pasó una
mano por el cabello y vio que detrás de Lou, su amiga, Mariana estaba
haciéndole señas. Él ya sabía que Mari estaba de su lado, pero no pudo evitar
sonreír ante la actitud infantil de aquella mujer, que con entusiasmo le hacía
señas para que abrazara a la que era su exnovia.
-Sí, quizá… Por cierto, que
bueno que sigues usando el collar.
-Yo… no… - la chica se llevó la
mano al pecho, donde caía el collar y recordó que se lo había puesto esa misma
mañana. Se sonrojó y sonrió a Gonzalo.
-Te queda muy bien, - se acercó
a ella y con las silenciosas porras de Mariana cogió la cadena que sobre salía
de la blusa de la chica y sacó el colguije. – siempre todo te queda muy bien. –
le dijo en voz baja, pensando si era buena idea seguir las instrucciones de su amiga.
Vio de reojo que Lou estaba mirándolo con los ojos bien abiertos y las mejillas
rojas, cómo era usual, se sonrojaba fácilmente.
-¿Gracias?
Gonzalo no le dijo nada más,
sólo soltó el colguije con suavidad sobre el pecho de la chica y tomándola desprevenida
la rodeo con sus brazos y la beso suavemente, sin que ella pudiera alejarse,
pues además de todo, tenía vendada casi la mitad izquierda del rostro. Al
separarse y soltarla, ella se balanceo un poco antes poder pararse quieta,
mientras tanto él le dijo confiadamente un “hasta luego” y se fue.
Mariana celebraba la acción
cuando se dio cuenta de que su amiga se voltearía pronto, se tiró en el sofá y
volvió a mirar la televisión, aunque ya había perdido completamente el interés.
Gonzalo dio la vuelta en el
pasillo y presionó el botón del elevador con una sonrisa en el rostro. La
reacción que la chica había tenido le había dado esperanzas. Ella no lo había
rechazado así que Mariana tenía razón.
Lou sacó la cabeza hacía el
pasillo pero ya no pudo verlo, se había ido después de besarla. Se dio la
vuelta y miro su habitación.
-¿Mari?
-¿Eh? ¿Pasa algo? – la chef se
hiso la loca.
-¿No viste eso?
-¿Ver qué?
Lou se tiró al lado de su amiga
en el sofá, las maletas estaban casi completamente en orden, pues solo habían
estado allí un par de días, así que no se preocupó mucho en tener que organizar
sus pertenencias.
-Gonzalo me beso…y no es como
que yo haya puesto mucha resistencia… - A Mari le brillaron los ojos.
-¿Y eso cómo te hace sentir?
…
Por fin Lou llegó a su casa,
después de pasar un par de horas sentada y pensando de más; fue a su
habitación, se dio una ducha y se puso el pijama antes de secarse el cabello y
meterse en la cama.
Justo cuando apagaba la
lámpara, un mensaje de texto hiso que la pantalla de su móvil brillara.
“Listo para dormir, buenas
noches schön” Lou respondió con un mensaje corto también.
“Gute nacht, que descanses.
Suerte mañana, liebling!” Lou apagó la luz y se fue dormir, como si solo se hubiera
dormido minutos antes, la alarma de su despertador sonó y sacando un brazo de
la sábana intentó apagarla.
-…Gonzalo…apaga esa cosa – dijo
en español, olvidando como algunas veces lo hacía que no había nadie a su lado
para apagar la alarma que estaba en la mesita de noche al otro extremo de la
cama. – ah, es que no está.
Lou estaba frente al espejo
admirando cómo su cabello había logrado convertirse en una maraña de pelo
castaño con el fleco estaba alborotado en su frente, así que cogió la secadora
y antes de bajar a desayunar terminó de peinar su cabello hasta que éste quedó
completamente lacio. Después de desayunar se puso una pequeña capa de
maquillaje y con el uniforme del Chelsea puesto salió en camino a Stanford
Bridge.
Una vez allí, entró por una
puerta cercana al estacionamiento, del lado por el cual entraban los jugadores,
sólo unas cuantas personas habían llegado, pero aún no podían entrar al
estadio. Lou vio a algunos jugadores entrar a los vestidores.
-Anda, ¡dale la bendición! No
se valla a lastimar allá afuera… - le pidió David Luiz mientras abrazaba con un
brazo a Gary Cahill, que sonreía y miraba a su compañero con diversión. Luiz no
estaba convocado para jugar aquel día, pero como siempre, estaba allí para
apoyar a sus compañeros y compartir un poco de su peculiar sentido del humor.
- Tottenham no sabrá que los
golpeo… - dijo Mata al pasar a su lado, aunque llevaba una sonrisa juguetona en
el rostro.
Ambos equipos saltaron al campo
de juego y comenzaron los calentamientos, la nutrióloga estaba allí más que
nada por costumbre, cuando trabajaba para Mourinho en el Real Madrid era usual
que se sentara en el banquillo junto al médico del equipo, en esa ocasión el
puesto junto a Eva estaba ocupado así que cuando volteo a su izquierda el único
puesto libre era el que la pondría junto a Mourinho. Después del calentamiento
el juego comenzó y los jugadores corrían y maniobraban con la pelota por todo el
campo, tan solo en el minuto 7 Lampard cobraba un penal que Hugo Lloris detuvo
fácilmente.
Mientras, el juego seguía su
curso algunos jugadores en la banca se movían incomodos, sobre todo Juan Mata
que seguía adelantándose al filo del asiento cada vez que Oscar y Torres se
adelantaban. Mourinho se levantó de su asiento y observó con cuidado a Hazard
ponerse de pie después que Vertonghen cometiera una infracción sin recibir la
tarjeta amarilla. El entrenador tomo asiento de nuevo, aunque se veía molesto.
Los jugadores en la banca, que incluían a Shwarzer, Essien, Demba Ba, Mata,
Schurrle, Lukaku y Marco van Ginkel se echaron hacia atrás en sus asientos y
pusieron expresiones de seriedad, era obvio el respeto que le tenían a su
entrenador.
Unos minutos después con un
pase de Ivanovic a Lampard se comenzó una jugada que ponía a los aficionados de
pie en las gradas, mirando desde tan cerca los jugadores que estaban en la
banca se movieron hacia adelante como sí se acercaran para escuchar algo que se
les diría en voz muy baja. El entrenador completamente serio miró a su número
ocho correr por el pasto hasta que Michael Dawson y Walker le complicaron la
jugada, soportando un poco la presión de los defensores pasó el balón a Torres
quién hiso un movimiento espectacular para desubicar y quitarse la marca de
Sigurdsson antes de pasar la pelota a Oscar, quién rápidamente apuntó y disparó
un balón que fue a dar al fondo de la red sin problema alguno, dejando a Lloris
tirado en el pasto mirando a sus compañeros incrédulo. Minuto 16, primer gol
del partido en la segunda fecha de la premier league. Oscar celebró con sus
compañeros mientras en la banca todos gritaban al igual que las personas en las
gradas, Eva miró a Lou y le guiñó el ojo antes de mirar de nuevo hacia el
campo. No era ningún secreto que el único equipo de la premier league que la
nutrióloga no podía ver ni en pintura eran los Spurs.
Al minuto 38, Lampard tenía un
tiro libre a 30 yardas del arco, sin que los spurs lo esperaban, el
mediocampista anotó el segundo y último gol del partido.
Después del medio tiempo, los
hombres de Villas-Boas volvieron a entrar al campo con una renovaba fuerza y
velocidad, los blues pusieron resistencia ante los repetidos ataques al arco
que se dieron en la segunda mitad y tras un fuera de lugar y un gol anulado los
spurs se notaban preocupados, aunque siendo ésta su primer partido de la
premier league la presión era poca y los jugadores pronto se relajaron más. Sin
más que un par de sustos entre los minutos 56 y 78 los spurs no consiguieron
nada, solo la tarjeta amarilla que Dawson recibió después de hacer tropezar a
Torres. Los movimientos en ambas bancas fueron escasos, en el minuto 67 Bruyne
salió por Schurrle, al 72 Torres por Lukaku y en el 86 Oscar por van Ginkel del
lado de los blues, en la banca contraria, salía al 57 Capoue por Dembele, al 83
descansaba Soldado y entraba Defoe.
Minuto 93 y se daba el pitaso
final. Antes de levantarse de la banca, Mourinho miró a su equipo en la banca y
asintió una sola vez con la cabeza, miró a los médicos y dio una leve sonrisa.
Eva miró a su amiga en espera por una explicación, pero la chica estaba perdida
en buscar botellas de agua para los jugadores que salían del campo.
…
El partido había terminado un
par de horas antes, había estado parejo, pero al final habían ganado los blues. Lou había ido a su casa y había
comido frente al televisor, mirando el partido de Arsenal-New Castle. Arsenal
perdió 3-1 con gol de Giroud, Lukas no había jugado ese día y la chica se
sintió decepcionada.
La cita en la galería era a las
siete, así que a las cuatro y cuarto la chica apagó el televisor y comenzó a
arreglarse para el pequeño evento. Kate no la dejaría en paz si faltaba. Con el
vestido color coral y los zapatos de tacón alto color crema salió de su casa,
el bolso en sus manos. Se había retocado el maquillaje y también había agregado
una sombra más oscura a sus ojos y un poco de delineador negro, pocas veces
usaba tanto maquillaje. Más valía que la exposición valiera la pena.
Al llegar a la galería de arte
se encontró primero con Lucy, llevaba el cabello lacio recogido en una coleta
alta y un vestido corto de color verde olivo y unos zapatos altos de charol
negro. La chica abrazó a su amiga y junto con ella caminó hacia el fondo, allí
le esperaba una pequeña cantidad de fotógrafos y gente de casi todos los
medios, estaba allí uno de los muchachos de One Direction con el cabello oscuro
y hasta donde Lou pudo ver, un tatuaje de un micrófono en su brazo. Los flashes
lo seguían. También había un par de presentadores de televisión y claro, en los
lugares a donde la nutrióloga iba nunca faltaba un futbolista.
-Kate me dijo que era algo “pequeño”, ¿Acaso esa boyband no es algo
“grande”?
-No es oficialmente grande
hasta que veas a la Reina. – dijo Kate, poniendo los brazos sobre los hombros
de sus amigas. – Ven, te quiero presentar a alguien.
-¿Será hombre o mujer? –
preguntó Lou.
-¡Ella! …es una chica y sé de
buena fuente que eres su admiradora.
-Vamos.
Las chicas desaparecieron por
unas escaleras de caracol y en la planta de arriba se encontraron frente a
frente con la mismísima P!nk. Lou se quedó mentalmente boquiabierta mientras
por fuera lucía una sonrisa enorme. Kate se echó el cabello hacía atrás y miró
a su amiga con satisfacción. La estrella pop habló unos minutos con las dos
chicas y después de aceptar tomarse una foto con la nutrióloga, Kate la hizo de
fotógrafa y sacó un par de fotos antes de que su amiga se desmayara.
Poco después, mientras Lucy,
Rita, Kate, Eva y Lou miraban un cuadro abstracto e intentaban mover la cabeza
y descifrar que es lo que el pintor había querido expresar en su pintura un
brazo por encima de los hombros de Lucy.
-¿Qué hacen? – preguntó la voz
masculina al lado de la chica.
-Estamos especulando sobre esta
pintura. – respondió.
-¿Especulamos de esa otra? – él
apuntó hacía un cuadro en la esquina, Lucy siguió al hombre con entusiasmo y
las demás chicas se quedaron mirando el cuadro, excepto Kate.
-¿Me perdí de algo? – preguntó.
-Han salido un par de veces, -
dijo Rita.
-Es maestro de economía en la
universidad. – dijo Eva.
-Usa zapatos Gucci. – mencionó
Lou. – Y un traje Armani de la nueva colección, ¿en serio es maestro?
-Trabaja en la empresa de su
padre, sabes que Lucy tiene un delirio por encontrarse a un Christian Grey… - bromeo Rita, que era
como una hermana para Lucy. – ya en serio, deberías dejar de leer tantas
revistas.
-Si me alargan el contrato lo
hare, por ahora tengo mucho tiempo que matar y muchas revistas por leer.
-¡Schön!
-Allí va otra… - dijo Eva, aunque
estaba sonriendo.
Mientras Lou caminaba hasta
Lukas, Kate corría detrás de uno de sus amigos que tomaba un de una copa de
vino, una cámara enorme le colgaba del cuello y en su hombro llevaba una
mochila negra. Rita y Eva sabían hacia donde iba, Kate ya le había tomado
algunas fotos a la chica, pero ahora que el jugador estaba en el evento les
tomaría más fotos. Y sin perder el tiempo se dirigió a la pareja y los hiso
posar frente a una de las pinturas, después uno de los artistas se fotografió
con Lukas y finalmente la periodista obligó a su fotógrafo a seguir a la pareja
por si se encontraban con alguien más.
Rita y Eva se miraron un
momento antes de dar media vuelta, coger una copa de vino y continuar mirando
las pinturas del lado opuesta al que habían estado mirando, allí otro artista
exponía sus cuadros con imágenes más claras.
…
-Entonces viste que salió por
todos lados lo de tu salida con Higuaín, ¿Qué pasó allí? – preguntó Mari,
estaba en la cocina de su casa con su perro mirándola mientras se servía un
plato de fresas con crema.
-Sí, pues ya ves…Lukas estaba
haciendo unos comerciales – Lou estaba de pie frente al espejo del baño con el
teléfono en una mano y una toallita húmeda en la otra.
-¿Y? ¿Son amiguitos?
-¿Qué más vamos a ser? – dijo
la nutrióloga mientras se limpiaba los restos de maquillaje que le quedaban en
la barbilla. – Me cae bien, siempre ha sido así, pero ahora no creo quererlo
como novio. Además, ¿para qué lo querría a él si Lukas se porta tan bien?
-¿Entonces te gusta más Lukas?
¿Con todo y lo del B-E-S-O? – preguntó con la cuchara en la boca, Mari llevaba
puesto su pijama, unos pantalones y blusa de tirantes rosa con estampado de
patitos, y tenía el cabello cuidadosamente recogido en una coleta alta.
-¡Claro! Aunque déjame decirte,
que veo a Gonzalo muy cambiado… no quiero compararlos, pero…
-Pero…-la urgió. Puso el plato
sucio en el lavaplatos y fue hacia el refrigerador. El perrito bufó y se fue de
la cocina.
-Pero por más que cambie,
Gonzalo nunca será tan bueno como Lukas. – dijo en voz baja, mirando
directamente hacia el espejo aunque no miraba nada en realidad.
-Estamos hablando del hombre
con el cuál pudiste haber tenido un hijo. –le recordó Mari.
-Pero no pasó nada. Mejor
cuéntame, ¿ya te bajó la regla? – Lou apagó la luz del baño y abrió la puerta
para tirarse sobre el abultado edredón marrón de la cama, al lado de Lukas, que
miraba la televisión despreocupado, el control en sus manos. – ¿Mari?
-No hablemos de eso, ¿quieres?
– contestó mari, metiéndose en la boca un trozo de pastel de chocolate que
tenía en el refrigerador. – seguro que es porque no he ido al gimnasio y el
estrés, sí… ¡eso ha de ser!
-¿Estas comiendo? – preguntó
Lou con una sonrisa, ignorando completamente la manera en que Lukas la miraba
mientras caminaba hasta su bolso y sacaba su botecito de crema y se ponía un
poco.
-Estoy cenando.
-Bueno, me voy que – miró a
Lukas en la cama, llevaba solo unos boxers negros y una camiseta blanca, ella
se había puesto su pijama favorito de hello Kitty con pantalones largos y blusa
de manga larga. – el estúpido y sensual Lukas me está mirando.
-Mira, que curioso. A mí
también me observan… - dijo, mirando a Kaká entrar a la cocina seguido por el
pug que se metió entre sus piernas y se quedó parado frente a él. – Buenas
noches, ¡cuidado! He escuchado que los alemanes dejan ‘marca’…
-Espero que no estés
embarazada, porque juro que cuando te vea te voy a golpear. – respondió Lou con
una mirada sería que segundos más tarde fue reemplazada por una sonrisa. –
buenas noches.
Ambas colgaron y Mari continuó
comiendo pastel de chocolate con Kaká mientras que en Londres, Lou se metía a
la cama y pasaba la mirada por el cuarto mientras cogía las sábanas y se las
acercaba al rostro. Lukas la miró y alzo las cejas.
-¿Te gustan los autos, eh? –
dijo la chica.
-Ah-ha. – respondió él. Lou se
rio un poco. - ¿quieres dormir, verdad? – la chica asintió.
Lukas apagó el televisor y puso
el control sobre la mesa de noche antes de levantarse y sacarse la camiseta
mientras su novia se babeaba mentalmente. Se metió a la cama y sonrió a su
novia antes de alargar el brazo por sobre de ella y apagar la lámpara.
-Gute nacht. – le dijo y le dio
en beso la mejilla.
-Du denkst, ich werden
einschlafen so? ((¿Y
tú crees que me voy a dormir así?))- Lou se acomodó en la cama, pasando un
brazo por encima del jugador y acurrucándose en su costado, él soltó una
pequeña risa y puso su mano sobre la de ella que descansaba sobre su pecho. La
chica sonrió sobre la almohada. - Nun ja, eine gute Nacht. ((Ahora sí, buenas
noches)).
Luz,
paz y tranquilidad. En medio del silencio, Lukas se dio cuenta que algo andaba
mal. Rodó en la cama esperando encontrarse con una chica a su lado, en su
lugar, se encontró con un gran vacío. Abrió los ojos y miró hacia la mesa de
noche donde estaba su reloj, eran solo unos minutos más tarde de la hora a la
que habitualmente se levantaba. Vio el pijama de la chica aún tirado sobre el
suelo y se preguntó dónde estaría ella. Se tiró boca arriba sobre la cama y
miró el techo unos minutos hasta que apareció un rostro familiar en su campo de
visión. Sintió el peso de la chica sobre sí y la miró con los ojos
entrecerrados, estaba sentada sobre su torso.
-Me
dejaste solo en la cama. – le dijo.
-Pero
hice el desayuno. – dijo ella sonriendo. Lukas se pasó una mano por la cara y
se frotó los ojos antes de volver a mirarla, llevaba el cabello largo suelo
sobre los hombros, seguramente lo había cepillado pues no tenía ni un cabello
fuera de su lugar, además llevaba puesta una de las camisetas de él y su
pantalón negro con el estampado de hello Kitty.
-No
lo hagas de nuevo, – le paso una mano por el brazo – me gustaría saber cómo te
ves cuando te levantas.
-No,
no quieres saber…-dijo arrugando la nariz. – pero tú te ves muy bien. – le dio
un beso corto en los labios y se levantó, dejando que él también se levantara.
Un
par de horas después ambos estuvieron listos para irse al trabajo, el móvil de
la chica comenzó a sonar. Aparentemente ese día habría una revisión general del
equipo y la chica tendría que estar preparada para ir a junta con el resto del
equipo técnico, Eva había sido lo suficientemente atenta para llamarle y
avisarle. Lukas cogió sus llaves y ambos salieron antes de que el alemán
cerrara la puerta de su casa.
-Te
veo más tarde sino mañana. – le dijo ella antes de besarlo.
-Esta
tarde veré a los de Nike, ¿mañana? – Lou asintió y Lukas le pasó un brazo sobre
los hombros y la acompaño a su auto y la dejó irse.
En
el club, Lou saludó a algunos jugadores y entro a su oficina. Cuando terminó de
revisar los expedientes comenzó a llamar a los hombres a su oficina para hacer
las mediciones indicadas. En la oficina de la nutrióloga, se había instalado un
aparato muy grande que pesaba e indicaba las medidas específicas de los
jugadores, así la nutrióloga no tenía que pellizcar a sus chicos para obtener los pliegues. Después de acabar con la
mitad del equipo, el entrenador de porteros entró en su oficina y le informó
que tenía quince minutos para terminar de revisar a los jugadores.
Como un rayo, la chica
siguió revisando a los hombres y terminó justo a tiempo para correr por los
pasillos con su libreta azul y una pluma en las manos. Con las manos temblando
abrió la puerta de vidrio y entró en la sala de juntas, donde el resto de los
que integraba el equipo técnico estaban ya allí. Mourinho, por fortuna no había
llegado aún. Unos segundos después de que la nutrióloga tomo asiento al lado de
Eva en la esquina de la mesa, entró el entrenador. Él se quedó de pie frente a
todos, comenzó a hablar como era común con una expresión de seriedad mientras
el personal escuchaba atentamente, el dueño del equipo no estaba allí, pero al
parecer ya había tenido suficientes charlas con Mourinho.
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